El presidente Donald Trump ausente en el Foro sobre la Paz en París

A Donald Trump le irrita el multilateralismo. Evita participar en actos que ensalcen el método de la concertación entre países. No hay concesiones en la filosofía del America first . Por eso estuvo ostentosamente ausente ayer del Foro sobre la Paz, una iniciativa francesa, el mismo día en que se conmemoraba en París, con toda solemnidad, el centenario del final de la Primera Guerra Mundial.

Aunque la ausencia del presidente estadounidense del Foro sobre la Paz estaba prevista, el gesto siguió siendo una nota discordante que llamó mucho la atención. Quedó visualizado el aislamiento voluntario de Trump. Además, estuvo acompañado de otros comportamientos y comentarios que reforzaron la misma impresión.

En lugar de hablar de paz junto al resto de los líderes, el presidente norteamericano se desplazó al cementerio americano de Suresnes, un suburbio en la periferia oeste de la capital, donde reposan más de 1.500 militares estadounidenses caídos en la Gran Guerra. Trump les rindió honores y destacó también los valores comunes entre los soldados franceses y estadounidenses que combatieron en aquel conflicto. “Nuestro deber es preservar la civilización que defendieron y proteger la paz a la que tan noblemente dieron sus vidas para asegurarla hace un siglo”, dijo Trump en su discurso. Su última frase antes de dirigirse al aeropuerto no tuvo desperdicio. “Hemos pasado dos días fantásticos en Francia, y este ha sido sin duda el momento cumbre del viaje”, afirmó. Para él, pues, su presencia en el cementerio –muy pensada para su audiencia en casa– fue más importante que la misión diplomática que supuestamente le llevó también a París. Fue un comentario desconsiderado ante los anfitriones y ante el sentido del encuentro internacional.

Los desplantes de Trump fueron diversos. Por la mañana, con la excusa del estricto protocolo de seguridad que aplica el servicio secreto –el ejército de guardaespaldas que lo protege–, Trump y su esposa Melania no subieron a los autocares del Elíseo para ir hasta el Arco de Triunfo. Tampoco realizaron el breve trayecto a pie junto a los otros dirigentes. Ellos llegaron por separado, en la blindada limusina presidencial, apodada la Bestia, que fue aerotransportada desde Washington para la ocasión, junto a otros vehículos y dos he­licópteros parcialmente desmontados.

Las medidas de seguridad especiales para Trump no pudieron impedir que tres activistas del movimiento Femen intentaran saltar las vallas, con el torso desnudo, para protestar contra su presencia. El incidente no gustó a los guardaespaldas del presidente.

Desertar del Foro sobre la Paz, celebrado en la Gran Sala de la Villette, evitó a Trump la incomodidad de volver a oír, como ya tuvo que hacer por la mañana, los sucesivos alegatos a favor del multilateralismo y contra las políticas nacionalistas. Macron, que abrió este foro con voluntad de periodicidad anual, se preguntó, con angustia en el tono, cómo será interpretada en el futuro la imagen de los Campos Elíseos con más de 80 dirigentes mundiales juntos. “¿Será el símbolo resonante de una paz duradera entre las naciones o, por el contrario, la fotografía de un último momento de unidad antes de que el mundo se sumiera en un nuevo desorden?”, se interrogó. Él mismo dio la respuesta: “Depende de nosotros”. El presidente francés constató que el mundo se encuentra “fragilizado” por diversas crisis, desde la económica hasta la medioambiental, y por el retorno de pulsiones peligrosas como el nacionalismo, el racismo, el antisemitismo y el extremismo en general.

El secretario general de la ONU, el portugués António Guterres, habló de los paralelismos que observa entre la situación actual y “el ciclo geopolítico” que se fraguó en los años treinta del siglo pasado, entre las dos guerras mundiales.

La canciller alemana, Angela Merkel, se centró más en describir la situación de Europa, aunque coincidió con Macron y Guterres sobre las razones para la inquietud. Posiblemente tenía en la cabeza lo que ocurre en su propio país, con el crecimiento de la ultraderecha euroescéptica y antiinmigración. “Vemos bien que la cooperación internacional, un equilibrio pacífico entre los intereses de unos y otros, y hasta incluso el mismo proyecto europeo de paz son puestos de nuevo en discusión”, señaló la veterana dirigente alemana. A su juicio, es un error dar por descontados los progresos alcanzados. “La paz que tenemos hoy y que nos parece a veces demasiado evidente, esta paz está lejos de ser una evidencia y hace falta que nos batamos por ella”. Merkel previno frente a “un nacionalismo con orejeras” y una conducta que haga como si se pudiera “ignorar pura y simplemente nuestras relaciones y nuestros compromisos recíprocos”.

Las palabras de Merkel sobre la paz hubieran sido suscritas, letra por letra, por su gran mentor político, el canciller Helmut Kohl. A él, obsesionado por la construcción europea y que logró la complicidad de presidentes estadounidenses de los dos partidos, le chocaría mucho la actitud de Trump ante los aliados europeos.(La Vanguardia)

back to top