Estados Unidos y Rusia se reunirán para hablar sobre la situación de Venezuela

Un portavoz del gobierno ruso confirmó ayer a la agencia de noticias TASS que el titular de Asuntos Exteriores de este país, Sergei Lavrov, se reunirá con su homólogo estadounidense, Mike Pompeo. La reunión tendrá lugar en Rovaniemi (Finlandia), en el contexto de un encuentro del Consejo del Ártico, que se celebra los días 6 y 7 de mayo. Entre los asuntos a tratar se encuentra, además de Ucrania, la situación en Venezuela. El encuentro supone un raro cara a cara entre los dos titulares de Exteriores y recuerda mucho a los que tenían lugar durante la Guerra Fría entre las dos potencias, antes de la década de los 90.

Las relaciones entre Estados Unidos y Rusia se han deteriorado en las últimas semanas. En especial, por los comentarios cruzados sobre lo que ocurre en el país latinoamericano. Pompeo quiere expresarle a Lavrov “su preocupación por el comportamiento de Rusia” en el país caribeño, según una fuente del departamento de Estado norteamericano que quiere guardar su anonimato. Rusia ha expresado abiertamente su apoyo al régimen de Nicolás Maduro, como también lo ha hecho China. El resultado es el estancamiento de la situación después de los fracasados intentos de Juan Guaidó, auto proclamado presidente, para iniciar una transición hacia unas elecciones.

Las relaciones entre Rusia y Venezuela están cimentadas por la relación personal que tuvieron Hugo Chávez y el presidente ruso, Vladimir Putin. Rusia presta a Venezuela ayuda económica, pero también apoyo militar, materializado en la modernización de su sistema de defensa aéreo. También le ha ayudado a eludir en lo posible las sanciones norteamericanas en materia de compra de petróleo. En los últimos días, Pompeo no se ha cansado de denunciar el papel de Rusia en Venezuela. John Bolton, consejero de seguridad nacional de Donald Trump, también ha abundado en la misma dirección. Pompeo ha criticado también la posición de Cuba.

Venezuela es una de las pocas cartas de las que disponen los Estados Unidos para conseguir algún tipo de victoria en su errática política exterior. Pero la posición de los militares venezolanos, aparentemente leales a Maduro, impiden un desenlace que pueda agradar a la administración Trump. Las malas relaciones entre Rusia y los Estados Unidos se iniciaron cuando Vladimir Putin decidió ocupar la península de Crimea, territorio ucraniano. La guerra civil en Siria (donde Rusia se implicó abiertamente en la defensa del presidente Bashar Assad) no mejoró las cosas.

Los intentos de Donald Trump por mejorar esa relación -el presidente nunca ha ocultado su simpatía personal por Putín- no han llevado a ningún punto. Sobre todo después de trascender la participación de la inteligencia rusa en las elecciones presidenciales que llevaron al magnate de la construcción a la Casa Blanca.

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