Tensión en el golfo Pérsico: Tensión en el golfo Pérsico: Rusia y EE.UU refuerzan la distensión aunque la escalada iraní los separe

La política internacional de Estados Unidos no sólo está encontrando resistencia en los países con los que Washington entra en conflicto, Corea del Norte, Venezuela o Irán. La forma de hacer del presidente Donald Trump y sus halcones tampoco se entiende en la Unión Europea, donde la tradicional relación transatlántica empieza a temblar.

En este contexto aparece Rusia, adversario de Washington y Bruselas en muchas cosas, pero socio necesario en otras. La Casa Blanca, que quiere hacer buenas migas con el Kremlin de Vladímir Putin, envió ayer a Sochi a su secretario de Estado, Mike Pompeo, que se entrevistó con el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, y luego fue recibido por el presidente ruso.

Acercamiento pese a todo

Moscú se alinea con la UE en la forma de afrontar los alejados conflictos internacionales, y rechaza la demostración de fuerza del ejército estadounidense en el golfo Pérsico. “Espero que la razón triunfe respecto a los rumores de un envío a la región de 120.000 soldados de EE.UU. Sobre esto hemos hablado hoy, y Mike ha dicho que son rumores infundados”, aseguró Lavrov en la rueda de prensa posterior a su encuentro en la ciudad balneario del mar Negro. El canciller ruso apostó por una solución política al conflicto. “Ayudaremos a garantizar que la situación no caiga en un escenario militar”.

Pompeo aseguró que EE.UU. no busca una guerra con Irán, pero advirtió que responderá si la República Islámica amenaza sus ­intereses. “Continuaremos ejerciendo presión para que vuelva al redil de los países responsables y que hagan todo lo posible para reducir la desestabilización”, señaló.

A pesar de las discrepancias, Rusia está dispuesta a extender la alfombra roja cuando se trata de Trump y la esperanza de un diálogo directo con la principal potencia del planeta. Además de intentar contribuir a solucionar la crisis nuclear de Irán, la primera visita de Pompeo a Rusia como secretario de Estado era una oportunidad para volver al diván y replantearse las relaciones bilaterales entre los dos grandes, rotas casi completamente tras la anexión rusa de la península de Crimea, en el 2014, y las sanciones económicas de los países occidentales. “Yo estoy aquí porque el presidente Trump está comprometido en mejorar las relaciones entre nuestros países”, dijo Pompeo al inicio del encuentro entre los dos diplomáticos.

Lavrov critica las amenazas a Maduro: “La democracia no se impone con la fuerza”

Según sus palabras, tanto Washington como Moscú están defendiendo sus propios intereses y “no siempre, y no en todos los temas estamos de acuerdo”. “Pero hay una gran cantidad de cuestiones donde nuestros intereses coinciden, por eso necesitamos hacer todo lo necesario para, sobre la base de esas áreas, lograr mejorar nuestras relaciones en aras de la seguridad general”, aseguró. “Las tensiones entre Moscú y Washington afectan negativamente a la situación del mundo”, añadió Lavrov.

La sensación de reencuentro la completó Putin cuando recibió a ambos en su residencia de Bocharov Ruchéi, en el centro de Sochi. Y recordó su reciente conversación telefónica con Trump. “Tuve la impresión de que está dispuesto a restablecer las relaciones ruso-estadounidenses, los contactos y a resolver conjuntamente los problemas de interés mutuo”, explicó.

Con el Rusiagate reduciendo la presión sobre Trump, puede que Moscú tenga el trato que ha venido deseando desde que el magnate neoyorquino llegó a la Casa Blanca. “Espero que después de la reciente publicación del informe del fiscal especial Robert Mueller las pasiones al otro lado del océano disminuyan y podamos avanzar para establecer una cooperación más constructiva”, señaló Lavrov.

Rusia consigue así lo que siempre ha perseguido desde que Putin llegó al poder, hace casi dos décadas: participar como un igual en las grandes cuestiones del mundo.

Moscú siempre ha negado las acusaciones de interferir en las elecciones presidenciales del 2016 en EE.UU. “Siempre dijimos que era una completa tontería”, recordó Putin. Por si acaso, Pompeo advirtió antes a Lavrov que una injerencia de Rusia en las elecciones del 2020 “pondrá nuestras relaciones en una posición incluso peor de la que ha estado”.

Es la segunda vez que Mike Pompeo se sienta a hablar tranquilamente con Serguéi Lavrov en los últimos diez días. La pasada semana se reunieron en la Laponia finlandesa, donde hablaron de la crisis de Venezuela. Ayer en Sochi este tema volvió a ponerse encima de la mesa. El secretario de Estado norteamericano reconocía que en este tema no estaban de acuerdo. “Le he dicho a mi colega que queremos hacer todo lo posible para que Venezuela elija un camino democrático. EE.UU. y otros países creen que ha llegado el momento de que Maduro se vaya para que el pueblo venezolano no siga sufriendo. Esperamos que el apoyo ruso a Maduro termine”, explicó.

En su reunión en Rovaniemi (Finlandia), el ministro ruso le dejó claro que Moscú se opone a una intervención militar. “La democracia no se impone con la fuerza”, recordó ayer Lavrov.

El encuentro de ayer fue también el primer contacto directo del presidente Putin con la actual Administración estadounidense desde la cumbre con Trump en julio del 2018 en Helsinki. Desde entonces, los dos mandatarios han intentado sin éxito volver a reunirse cara a cara.

Ayer se volvió a plantear la cuestión de otra cumbre al más alto nivel. Hace poco Trump sugirió una entrevista con Putin en Osaka (Japón), aprovechando la reunión del G-20 del 28 y el 29 de junio. Lavrov dijo a Pompeo que si hay propuesta oficial, Rusia dirá que sí.

Además de la crisis nuclear iraní y la crisis de Venezuela, los dos diplomáticos también hablaron de la guerra del este de Ucrania, la desnuclearización de la península de Corea, o la guerra de Siria, otros conflictos que ofrecen una oportunidad para seguir acercándose.(La Vanguardia)

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