Salvaje bombardeo a un hospital de Siria produjo más de 30 muertes

Un bombardeo aéreo sobre un hospital en una zona opositora de Alepo mató ayer al menos a 31 personas, entre ellas tres niños y varias mujeres. También perdió la vida en el ataque el último pediatra que operaba en los distritos orientales rebeldes de la segunda localidad siria.

El hospital de Al Quds -que recibía apoyo de personal de Médicos Sin Fronteras (MSF)- disponía de una sala de pediatría, que recibió el impacto directo de los explosivos, atribuidos a leales al presidente Bashar Assad por ser el único que dispone de aviones para bombardear. Otras fuentes elevan la cifra de víctimas mortales del ataque a 53, 15 de ellas menores.

TREGUA VIOLENTADA

Pese a que el 26 de febrero pasado se decretó un alto el fuego bajo auspicio de la ONU, EE UU y Rusia, en las últimas semanas las fuerzas leales al Gobierno sirio aumentaron su presión sobre Alepo. Esta ofensiva, respondida también por parte de las milicias enfrentadas al régimen de Damasco, incluyó intensos ataques aéreos sobre zonas residenciales.

Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), una entidad con sede en Londres que informa en base a una red de emisarios sobre el terreno, 84 civiles murieron en bombardeos aéreos durante los últimos seis días mientras que, en el mismo período, 49 civiles fallecieron en zonas controladas por Assad debido a bombardeos de brigadas rebeldes.

El Gobierno y la oposición en el exilio se acusan mutuamente de no cumplir con los términos del acuerdo de cese de hostilidades. El Alto Comité de Negociaciones (HNC) se retiró de las conversaciones de paz de Ginebra, la semana pasada, denunciando que Assad sigue sin permitir la entrada de ayuda humanitaria a las zonas opositoras que asedia.

Este escenario ha sembrado la incertidumbre en la ONU. Su enviado para Siria, el diplomático italo-sueco Staffan de Mistura, reclamó a Washington y Moscú una intervención “al más alto nivel” para salvar el delicado diálogo. Tras el fin de la tercera ronda de diálogos de Ginebra, el mediador de la ONU consideró que el frágil “cese de hostilidades” podría “derrumbarse en cualquier momento”.

Una situación que, según él, sólo podría revertirse si los niveles de violencia retornan a los de los últimos días de febrero, cuando los civiles, tras casi cinco años de guerra, pudieron volver a salir a la calle sin temor.

La tregua, que mantiene al margen al Frente Nusra -la filial de Al Qaeda en Siria- y al grupo yihadista Estado Islámico (ISIS), funcionó durante sus comienzos. Sin embargo, a partir de la victoria de las fuerzas pro Assad -una amalgama de milicias de patrocinio iraní, la infantería del partido libanés Hezbolá y aviones rusos- sobre la simbólica Palmira, el Gobierno cambió de plan.

Durante las últimas semanas, Assad se lanzó a recuperar Alepo, varios de cuyos distritos están tomados por rebeldes apoyados por varios países del Golfo, Turquía y EE UU. El objetivo primordial ha sido cortar la llamada ruta de Castello, al norte, el único nexo con el exterior de la ciudad que les queda a quienes viven en los barrios rebeldes al gobierno.

(El Día)

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