Para la consultora Managment & Fit, Cristina le saca cuatro puntos a Esteban Bullrich

La encuesta de cierre de Managment & Fit viene a confirmar dos datos que trascendieron del oficialismo las últimas horas y que anticipó este medio: Cambiemos cree que está perdiendo la provincia ante Cristina Kirchner, pero achicó fuerte la distancia y esto explica la cautela del kirchnerismo.

El otro dato central es que pese a todos los esfuerzos de la Casa Rosada la polarización no se produjo, porque Sergio Massa alcanza una intención de voto de 23,1%. Lo que si parece haber funcionado parcialmente es la apuesta oficial a la candidatura de Florencio Randazzo que en este escenario de paridad saca casi 6 puntos clave, que probablemente hubieran acercado a Massa al segundo lugar o alejado aún más a Cristina. Pero claro, tampoco alcanzó para terminar de partir en tres el voto peronista.

El sondeo se realizó entre el 7 y el 10 de agosto, sobre 803 casos de una muestra que cubrió toda la provincia y combinó telefónicas asistidas por encuestador por las estratos medios altos y altos (sistema CATI) y presenciales para los medios bajos y bajos.

El crecimiento de Bullrich no termina de entusiasmar al Gobierno porque fue acompañado de un crecimiento de la ex presidenta y una resiliencia del voto de Massa, que pone en entredicho la hipótesis de una nueva vuelta de rosca de polarización entre las primarias y las generales que permita a Cambiemos crecer a expensas de 1País.

En la Casa Rosada tratan de vender cierta expectativa comentando que existe un sondeo de Isonomia que lo da ganador a Bullrich por un poco más de dos puntos y uno de Aresco que los tiene empatados. Pero claro, el problema es que sólo los comentan, esos sondeos no han sido publicados ni distribuidos.

La provincia confirma según este sondeo un escenario de tercios escalonados con una distancia de cuatro puntos promedios entre ellos, muy lejos del escenario de polarización que planificó y vendió Durán Barba al Gobierno, que encima ahora tiene que soportar que el aire que le dio a Cristina la está posicionando como ganadora, con los consecuentes efectos negativos sobre el clima de negocios que intenta generar el macrismo. No pueden decir que no se les advirtió del altísimo riesgo de la jugada polarizante.

En lugar de explicar a la población que se trataba de una elección de legisladores nacionales que en los sustancial no va a cambiar la composición de las cámaras y desde ahí quitarle dramatismo, la Casa Rosada eligió el camino inverso y apostó a una polarización que terminara convirtiendo esta elección casi en un plebiscito entre Cambiemos y el kirchnerismo.

Ahora, con estos números sobre la mesa, el Gobierno ensayó a las apuradas una nacionalización del comicio y se corrió de la pelea con Cristina, como demostró el cierre de Macri en Córdoba.

Sobre el final el peso de la pelea bonaerense recayó sobre María Eugenia Vidal que cerró la campaña de Bullrich. La jugada anticipa las tensiones al interior de Cambiemos que no son inocentes: La primera línea del PRO mantiene una guerra fría muy bien disimulada sobre quien será el heredero de Macri. Y es en ese contexto que ya empezó el juego de buscar al culpable de una eventual derrota ante la ex presidenta.

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