Hoy recordamos a Horacio Quiroga

Nació en Salto, Uruguay, el 31 de diciembre de 1878. Considerado uno de los mayores cuentistas latinoamericanos de todos los tiempos, su obra se sitúa entre la declinación del modernismo y la emergencia de las vanguardias.

Su vida estuvo marcada por diversas tragedias: su padre murió en un accidente de caza;  su padrastro y su primera esposa se suicidaron; además, Quiroga mató accidentalmente de un disparo a su amigo Federico Ferrando.

Inspirado en su primera novia escribió Una estación de amor (1898), fundó en su ciudad natal la Revista de Salto (1899); luego marchó a Europa y escribió sus recuerdos de esta experiencia en Diario de viaje a París (1900).

Ya instalado en Buenos Aires publicó Los arrecifes de coral, poemas, cuentos y prosa lírica (1901), seguidos de los relatos de El crimen del otro (1904), la novela breve Los perseguidos (1905), producto de un viaje con Leopoldo Lugones por la selva misionera, hasta la frontera con Brasil, y la más extensa Historia de un amor turbio (1908). En 1909 se radicó en la provincia de Misiones, donde se desempeñó como juez de paz en San Ignacio, a la vez que cultivaba yerba mate y naranjas.

Nuevamente en Buenos Aires trabajó en el consulado de Uruguay y publicó Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917), los relatos para niños Cuentos de la selva (1918), El salvaje, la obra teatral Las sacrificadas (ambos de 1920), Anaconda (1921), El desierto (1924), La gallina degollada y otros cuentos (1925) y quizá su mejor libro de relatos, Los desterrados (1926). Colaboró en diferentes medios: Caras y Caretas, Fray Mocho, La Novela Semanal y La Nación, entre otros.

En 1927 se volvió a casar y tuvo una niña. Dos años después publicó la novela Pasado amor, sin mucho éxito. Regresó a Misiones para dedicarse a la floricultura. En 1935 publicó su último libro de cuentos, Más allá. Hospitalizado en Buenos Aires, se le descubrió un cáncer gástrico, enfermedad que parece haber sido la causa que lo impulsó al suicidio, ya que puso fin a sus días ingiriendo cianuro.
Quiroga incursionó asimismo en el relato fantástico. Sus publicaciones póstumas incluyen Cartas inéditas de H. Quiroga (1959, dos tomos) y Obras inéditas y desconocidas (ocho volúmenes, 1967-1969).

Influido por Edgar Allan Poe, Rudyard Kipling y Guy de Maupassant, Horacio Quiroga narró magistralmente la violencia y el horror que se esconden detrás de la aparente apacibilidad de la naturaleza. Muchos de sus relatos tienen por escenario la selva de Misiones, en el norte argentino, lugar donde Quiroga residió largos años y del que extrajo situaciones y personajes para sus narraciones. Sus personajes suelen ser víctimas propiciatorias de la hostilidad y la desmesura de un mundo bárbaro e irracional, que se manifiesta en inundaciones, lluvias torrenciales y la presencia de animales feroces.

Murió en Buenos Aires, el 19 de febrero de 1937; bebió un vaso de cianuro que lo mató pocos minutos. Su cadáver fue velado en la Casa del Teatro de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) que lo contó como fundador y vicepresidente.

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