23 de marzo: Día Meteorológico Mundial

Todos los años, el 23 de marzo, la Organización Meteorológica Mundial, sus 191 Miembros y la comunidad meteorológica internacional celebran el Día Meteorológico Mundial con la elección de un tema oportuno.

Este día conmemora la entrada en vigor, en 1950, del Convenio por el que se estableció la Organización. Posteriormente, en 1951, la OMM fue designada organismo especializado del sistema de las Naciones Unidas.

Los fines de esta organización son la cooperación internacional en servicios y observaciones meteorológicos, promover el intercambio rápido de información meteorológica, la normalización de las observaciones meteorológicas y la publicación uniforme de observaciones y estadísticas.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) en conjunción con la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y otras organizaciones, realizan una vigilancia constante del los océanos a nivel mundial, por medio de satélites de observación, estaciones meteorológicas, aeronaves, boyas meteorológicas, etc.
El programa de la Vigilancia Meteorológica Mundial y de su transición al siglo XXI, se basa en sus tres pilares: las observaciones coordinadas, las telecomunicaciones y las predicciones meteorológicas. Desde sus inicios en 1963, la Vigilancia Meteorológica Mundial – hito de la auténtica cooperación mundial en las Naciones Unidas – ha sido una piedra angular para los servicios de ciencias atmosféricas y meteorología.

La meteorología es fundamental para predecir sequías, inundaciones y otro tipo de fenómenos que causan estragos a la humanidad. El Día Meteorológico Mundial también es la ocasión ideal para advertir acerca de los efectos que tiene la contaminación en el clima. El adelgazamiento de la capa de ozono ha provocado un calentamiento de la tierra que podría representar un aumento de la temperatura hasta de 4.5 °C hacia el año 2100, si no se adoptan medidas preventivas. Se teme que esto pueda provocar el deshielo de glaciares y zonas polares provocando que el nivel del mar se eleve a hasta en 95 centímetros, lo cual amenazaría la propia existencia de algunos países insulares con zonas bajas y planicies costeras.

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