Los trabajadores despedidos de Télam estuvieron presentes en el concierto de Daniel Barenboim

El concierto que el pianista y director orquestal argentino-israelí Daniel Barenboim ofreció el sábado al mediodía en plaza Vaticano –al lado del teatro Colón–, quedó atravesado por el conflicto de Télam, la agencia pública del Estado que está de paro por el despido de 357 trabajadores.

Barenboim se ha convertido en un símbolo de la expresión musical como forma de conciliación política y ha perseverado con ese predicamento en el conflicto israelí-palestino de Medio Oriente. Su concepción está alejada de observar el hecho musical como un acto estético despojado de su dimensión social. Bajo ese mismo temperamento los trabajadores de Télam recurrieron a su concierto público -el penúltimo antes de su despedida de la Argentina- para reclamar contra las políticas de vaciamiento del ministro Hernán Lombardi y para exigirle al gobierno que cumpla con el fallo judicial cautelar que ordenó, el viernes, la reincorporación de los 357 trabajadores al considerar los despidos como actos “irrazonables, nulos e ilegales”.

La prédica política y conciliadora de Barenboim no fue recibida siempre con la benevolencia. El 7 de julio de 2001 dirigió a la orquesta Staatskapelle de Berlín -la misma que tocó el sábado en Buenos Aires- en una puesta de la ópera de Wagner “Tristán e Isolda” en un festival de Israel celebrado en Jerusalén. La música del alemán estaba ausente de los recintos públicos desde la Segunda Guerra Mundial y, por ese hecho, Barenboim fue tildado de “pronazi” y “fascista”, aunque sea difícil encontrar elementos antisemitas entre las partituras wagnerianas.

Hijo de músicos (su padre Enrique y su madre Aída también fueron pianistas), Barenboim ofreció su primer concierto público a los 7 años, en Buenos Aires. Inmediatamente fue invitado por el Mozarteum de Salzburgo para continuar sus estudios en esta ciudad, en cuyo reconocido festival triunfó tres años más tarde. Estudió con Nadia Boulanger e Igor Markevitch.


“No conocía a nadie que no hiciera música. Mi percepción de aquellos tiempos era que todo el mundo tocaba el piano”, rememoró.

Con el apoyo de Arthur Rubinstein, el pianista se presentó en los escenarios más exigentes de Londres, París y Nueva York y, en 1966, se incorporó a la English Chamber Orchestra.

Desde entonces fue protagonista del panorama musical de la música clásica al frente de numerosas formaciones: la New Philharmonia Orchestra, la Opera de la Bastilla, el Festival Mozart, la Orquesta Filarmónica de Chicago o la Deutsche Staatsoper de Berlín, con un repertorio amplio que incluye a autores contemporáneos como el polaco Witold Lutoslawski o el francés Pierre Boulez.

“Si dirijo una sinfonía de Anton Bruckner seré, conscientemente o inconscientemente, centroeuropeo. Pero si toco tango al piano, soy argentino”, afirmó sobre sus múltiples pertenencias. “No soy ni sólo judio, ni argentino ni sólo un músico afincado en Alemania”, se definió.

“Una persona moderna se define, sobre todo, por la posibilidad de tener más de una identidad”, aseguró Barenboim, militante pertinaz de esa ambiciosa idea. Esa identidad es también una identidad política. Aquella idea pareció compartida el mediodía por el público que pobló la Plaza Vaticano, que se agolpó para detrás de los carteles que gritaban una sola consigna: “No a los despidos en Télam”.

Carta de repudio

Más de 400 intelectuales, escritores, artistas, periodistas han firmado una carta en “repudio” al desguace de la agencia Télam. El texto que se puede leer completo al final de la nota expresa “que atacar en forma directa, sin causa alguna y masivamente los puestos de trabajo de periodistas, en el marco de un proceso de concentración de medios no sólo afecta la libre circulación de la palabra, sino que esta decisión arbitraria encubre la voluntad de disciplinamiento al conjunto de lxs trabajadorxs”

Entre los firmantes se encuentran Martín Kohan, Juan Sasturain, Horacio Verbitsky, Horacio González, Eduardo Stupía, Liliana Herrero, Eduardo Grüner, Pablo Alabarces, Selva Almada, María Moreno, Guillermo Saccomanno, Fernanda García Lao, Carlos Busqued, Víctor Malumián y Hernán López Winne (Ediciones Godot), Graciela Speranza, María Pía Lopez, Guillermo Saavedra, Alan Pauls, Gabriela Cabezón Cámara, María Teresa Andruetto, entre otros.

El lunes 23 de julio, a las 16 hs los organismos de derechos humanos abrazan a la agencia Télam. Entre los organismos que participarán se cuentan Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Abuelas de Plaza de Mayo, A.P.D.H., CELS,  CORREPI, y otros organismos de Derechos Humanos

El texto completo:

Lxs trabajadorxs del campo literario manifestamos nuestro repudio a las medidas adoptadas por el gobierno nacional en relación a la Agencia Nacional de Noticias Télam y exigimos la inmediata reincorporación de lxs 357 trabajadorxs despedidxs.

Consideramos que atacar en forma directa, sin causa alguna y masivamente los puestos de trabajo de compañerxs periodistas, en el marco de un proceso de concentración de medios, no sólo afecta la libre circulación de la palabra sino que esta decisión arbitraria encubre, además, la voluntad de disciplinamiento al conjunto de lxs trabajadorxs. Al mismo tiempo se demuestra que solo por medio de un ajuste brutal, que tiende a dejar más trabajadorxs en la calle, son viables este modelo económico y sus compromisos contraídos con el FMI.

Si la cultura es la arena donde se disputan los sentidos de una sociedad, queda claro que implementar políticas públicas tendientes a su desprotección y desfinanciamiento de las instituciones y proyectos culturales y educativos, en pos de la desregulación del mercado, conspira contra la pluralidad de voces, el acceso equitativo a las distintas expresiones culturales y a la participación de todxs lxs habitantes de este país.

Los despidos en Télam, en Radio del Plata, la crisis de la industria editorial, el cierre de centros de formación docente, el ataque a las bibliotecas populares y centros culturales, el vaciamiento del CONICET y la criminalización de lxs artistas callejerxs dan cuenta de una estrategia destinada a silenciar voces disidentes con el propósito de imponer una mirada única sobre la realidad nacional.

Como trabajadorxs de la palabra hacemos público nuestro rechazo al avasallamiento que impone este gobierno, restringiendo el derecho a la información y acceso a los bienes culturales, acorralándonos a la precarización de nuestras prácticas cotidianas.

Colectivo de trabajadorxs de la cultura

Fuente: Tiempo Argentino

back to top