Abuelas de Plaza de Mayo presentó oficialmente al nieto restituido 130, Javier Matías Darroux Mijalchuk

La Asociación Abuelas de Plaza de Mayo anunció en conferencia de prensa la recuperación del nieto número 130, apropiado durante la última dictadura militar. Se trata de Javier Matías Darroux Mijalchuk, quien estaba siendo buscado durante años por su tío, Roberto Mijalchuk.

Así lo relató Estela de Carlotto en una conferencia de prensa en la sede de Abuelas de Plaza de Mayo, donde se presentó oficialmente al nieto restituido 130. Allí, el muchacho de casi 42 años estuvo presente para relatar su lado de la historia.

Javier Martín Darreaux Mijalchuk nació el 5 de agosto de 1977, en el Hospital Alemán de la Ciudad de Buenos Aires. A principios de ese diciembre de ese año, su papá, Juan Manuel, desapareció luego de que un grupo de hombres con los que fue visto peleando en la zona de Paraná y Panamericana lo metieran en un Chevy azul metalizado.

En la víspera de Navidad, Elena --sin haber tenido noticias de su marido en todo ese tiempo-- recibió una carta y un llamado en los que, supuestamente, Juan Manuel le indicaba que se encontrara con unos compañeros el 26 de diciembre sobre la calle Pampa, entre Lugones y Avenida Figueroa Alcorta, por el barrio de Núñez. Les pidió a sus padres que la lleven junto a su bebé a la cita. "Esa fue la última vez que los vieron", contó De Carlotto.

La noche siguiente, el 27 de diciembre, un bebé apareció abandonado en la intersección de Ramallo y Grecia, a tres cuadras de la ESMA. Tal como consta en su expediente de adopción, lo rescató una mujer a la que luego le fue concedida su adopción junto a su marido por orden de la Justicia.

Pero Roberto Mijalchuk nunca supo qué había sido de su pequeño sobrino. A fines de la década del 80 las familias de la pareja desaparecida pidieron a la Justicia que declare la presunción de fallecimiento, y en mayo de 1999 Roberto finalmente se animó a denunciar la desaparición de Elena, Juan Manuel y el pequeño Javier Martín.

"Roberto dejó como contacto un teléfono de línea que en estos años nunca dio de baja, esperando recibir alguna vez una noticia", remarcó De Carlotto, y destacó que, tras la denuncia, las familias Mijalchuf y Derreaux fueron incorporadas a las muestras del Banco Nacional de Datos Genéticos al tiempo que Abuelas inició el procedimiento para investigar el caso junto a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad y la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas.

Cuando Javier Martín se decidió a incursionar sobre su identidad, en 1999, él se había mudado a Córdoba y, para entonces, ya se había recibido una denuncia respecto a un joven presuntamente hijo de desaparecidos en la sede de Abuelas Capital. Con inseguridad, el muchacho se acercó a la filial cordobesa, y se hizo los estudios genéticos.

En octubre de 2016, el Banco Nacional de Datos Genéticos concluyó que el perfil de Javier Martín coincidía con el de la familia Derreaux-Mijalchuk. "El tío, Roberto Mijalchuk, recibió el llamado tan esperado a ese teléfono fijo que nunca había dado de baja. La CONADI le comunicó que había encontrado a su sobrino y que podían reunirse", relató la Abuela de Plaza de Mayo.

Durante la conferencia de prensa, el nieto 130 agradeció a su tío, quien "durante 40 años nunca bajó los brazos ni perdió la esperanza de encontrarnos con vida", aunque aclaró que "la alegría siempre es parcial, ya que el hecho de encontrarme implica que él nunca más va a volver a ver a su hermana".

Por otra parte, también resaltó que, sin la insistencia de sus amigos y su pareja, nunca se habría podido reencontrar con su familia, ya que si bien sabía que sus padres biológicos podrían ser desaparecidos, "no me interesaba ingresar en una búsqueda con resultado incierto que desgastaría mis energías vanamente".

"Fue recién a fines del 2006, con casi 30 años, que entendí el egoísmo de mi postura, ya que al fin pude entender que, si no era importante para mí, tenía que ser consciente que del otro lado podía estar buscándome un hermano, un tío, una abuela. Así que tomé la decisión de dejar mi muestra de ADN, y resultó ser que mi compañera y mis amigos tenían razón. Mi tío me buscaba desde hace 40 años. Si no hubiera sido por ellos, quizás nunca nos hubiéramos reencontrado", destacó Javier Martín.

En este marco, el nieto restituido concluyó: "Mi historia, la de mi hermano y la de mis padres aún no está resuelta, y la posibilidad de hacer visible nuestra historia públicamente me da una luz de esperanza para encontrar a alguien que sepa que ha sido de la vida de ellos".

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