Hoy recordamos el Cabildo Abierto del 22 de mayo


El  21 de mayo de 1810 el Cabildo de Buenos Aires había decidido convocar a un cabildo abierto para discutir los problemas inherentes al Virreinato del Río de la Plata, cuestiones que se discutían desde el 18 de mayo. La cuestión principal era qué decisiones tomar dado que el gobierno de España había caído en manos de la Francia de Napoleón Bonaparte.

El 22 de mayo asistieron unos 250 de los convocados. Entre los patriotas asistieron Hipólito Vieytes, Juan José Viamonte, Nicolás Rodríguez Peña, Juan Ramón Balcarce, Cornelio Saavedra, Manuel Luzuriaga, Miguel de Irigoyen, Joaquín Belgrano, Martín Thompson, Miguel de Azcuénaga, Florencio Terrada, Cosme Argerich, Martín Rodríguez, Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Bernardino Rivadavia, Mariano Moreno, Vicente López, Juan Francisco Seguí, Antonio Luis Beruti, Domingo French, y muchos otros.

Los otros 200 invitados no se sabe a ciencia cierta por qué no fueron, algunas versiones dicen que muchos de los jóvenes revolucionarios se ubicaron en las bocacalles de lo que hoy es la Plaza de Mayo, para impedir el paso de los partidarios del Virrey; entre ellos los llamados chisperos de Domingo French y Antonio Beruti, unos 600 hombres armados entusiastas de la revolución.

En principio el Cabildo planteó la posibilidad de un cambio moderado, para lo que deberían consultar con las provincias interiores del virreinato. A esto siguieron muchas otras proposiciones, algunas a favor del virrey y otras en contra.

Juan José Castelli sostenía que los pueblos americanos debían asumir el gobierno mientras el rey Fernando VII estuviese cautivo de Francia. Era el pensamiento del grupo revolucionario. Castelli afirmaba que al no existir ya un gobierno legal en España, en los de América el poder volvía al pueblo, quien lo había depositado en la figura del rey. Entonces era al pueblo a quien le correspondía elegir un nuevo gobierno.

Tras diversos discursos, se procedió a votar. Los votos eran públicos, firmados y leídos por el escribano. La votación se dividió en tres: los partidarios de la continuidad del virrey, los partidarios de que el Cabildo se hiciera cargo de una solución y los partidarios de que el Cabildo se hiciera cargo de la solución como representante del pueblo de Buenos Aires.
 
Por tanto los votos debían decidir si  adicionar otra autoridad aparte del virrey, o sea relevarlo. La votación terminó a la medianoche; los realistas propusieron y lograron aplazar la regulación de los votos para el día siguiente. Así se convocó otro cabildo abierto para el 23 de mayo a las tres de la tarde, cuando se escrutarían los votos. Finalmente las dos primeras posturas obtuvieron 66 votos cada una y la tercera, 92.

Luego se reunió el Cabildo y  publicó un bando en el que se reconocía la decisión del Cabildo Abierto de suspender en sus funciones al virrey Cisneros y que pasaría a elegir la junta que se encargaría del mando hasta que se reunieran los diputados de las provincias interiores.

Una delegación partió del Cabildo para comunicar esta resolución al virrey. Cisneros aceptó, pero impuso la condición de que fueran consultados los comandantes de los cuerpos militares de la ciudad. El Cabildo convocó inmediatamente a los jefes militares quienes manifestaron que debido a la agitación reinante, “lo que ansiaba el pueblo era el que se hiciese pública la cesación en el mando del excelentísimo señor virrey, y reasunción de él en el excelentísimo Cabildo, que mientras no se verificase esto de ningún modo se aquietaría.” El cabildo procedió a fijar un bando que declaraba la cesación del virrey Cisneros en el mando.

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