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Salir del ajuste para recuperar al país (Por Julián Denaro)

El caso argentino, además de enriquecer las explicaciones de economía política y de cómo el Estado debe intervenir en la economía para reducir el desempleo y la pobreza, así como para incentivar el desarrollo y las mejoras distributivas que conducen a la equidad y la justicia social, también se erige como un modelo a imitar por la actualidad europea, que está sumida en la más grave crisis de los últimos sesenta años. 

   Argentina fue presa de un modelo neoliberal iniciado por la Dictadura cívico–militar que derroca al Gobierno de Isabel Perón en marzo de 1976. El tipo de cambio bajo que abarataba las importaciones y quitaba competitividad a la industria nacional, y la reducción de la participación del Estado en la economía, bien denominado “achicamiento del Estado”, que consiguió quitar del medio la política económica que pueda proteger la actividad y el empleo, eran serviles al poder Económico mundial. Este deseaba reconquistar el manejo de las enormes riquezas de nuestro grande y hermoso país, cosa que había perdido desde que el liderazgo de Juan Domingo Perón consagra a este como presidente en 1946.

   Luego de la terrible Dictadura cívico–militar que puso el Imperialismo norteamericano en casi todos los países de Sudamérica, el Neoliberalismo tuvo su período dominante durante la década de los 90s, primero con Carlos Menem y luego con Fernando De La Rúa como presidentes, pero siempre con Domingo Felipe Cavallo como el director de la orquesta del ajuste neoliberal. Primero, el tipo de cambio bajo, que en la Argentina adoptó el nombre de “Convertibilidad”, ya que durante diez años un peso (argentino) valía exactamente lo mismo que un dólar estadounidense, generó déficit comercial, ya que era más barato comprar productos importados que productos confeccionados por la industria argentina.

   Luego, quitar los aranceles a las importaciones, que sirven para encarecer las importaciones y proteger la industria y el empleo del país, además de brindarle financiación al gobierno. Peor todavía, eliminar las retenciones a las exportaciones agrarias, que propician más del 10% de la recaudación total del Estado, útiles para financiar obra pública, políticas distributivas, aumentos de salarios, jubilaciones, subsidios y asignaciones.

   Concretamente, la recaudación proveniente del comercio exterior es hoy más del 13% de la recaudación total del estado y más del 4% del Producto Bruto Interno. En suma, como lógica consecuencia de esto, se generó un déficit comercial permanente (importaciones mayores que las exportaciones) y déficit fiscal permanente (recaudación del estado menor al gasto público). El resultado final es la necesidad de pedir un crédito al exterior para financiar el déficit, provocando el agigantamiento de la deuda externa argentina, y causando por ende una destructiva dependencia y penoso sometimiento del país al poder Financiero internacional.

   En números, se destruyeron 70.000 fuentes de trabajo desde 1976 hasta 1988 y 108.000 fuentes de trabajo durante la presidencia de Carlos Menem, desde 1989 a 1999, números que se ampliaron con la presidencia de De la Rúa. En tanto, la deuda externa ocasionada por la Dictadura cívico–militar fue de 45.000 millones de dólares desde 1976 a 1983, que luego se incrementó con el Gobierno de Raúl Alfonsín a 62.000 millones hasta 1989. Con Menem en el gobierno (1989–1999), la deuda externa se incrementó a 145.000 millones y con De la Rúa (1999–2001) a 22.0000 millones. Al concluir este proceso de destrucción del país, la tasa de desempleo era mayor al 25%, y el índice de pobreza cercano al 50%.

   Durante todo este período, la creciente presión del Fondo Monetario Internacional (F.M.I) sobre nuestro país, exigiendo el pago de deuda, se resolvió durante estos Gobiernos neoliberales por el método del ajuste. Esto es, recortar el gasto público dirigido a la educación y la salud pública, los salarios de empleados públicos y la inversión del Estado en obra pública, reducir las jubilaciones empobreciendo a quienes aportaron con su trabajo durante toda su vida laboral, y recortar todas las asignaciones y subsidios cuyo objetivo es redistribuir la riqueza total ayudando a las clases menos favorecidas. Todo esto para poder utilizar recursos para el pago de deuda externa.

   Sin embargo, todas las políticas restrictivas conducen a reducir el nivel de actividad, el consumo y la inversión, de lo que se deduce que aumentarán el desempleo y la pobreza, pero también empeoran la situación fiscal, y esto es lo que se pretende destacar.

   La recaudación del Estado proviene de impuestos al consumo, impuestos a las ganancias, aportes y contribuciones, comercio exterior, derechos de propiedad y otros. Pero es de destacar que si los tres primeros suman las tres cuartas partes de la recaudación total, el menor nivel de actividad habrá de reducir la recaudación del Estado significativamente. O sea, si se consume menos, el Estado recaudará menos de impuesto al consumo, si las empresas ganan menos por la reducción del nivel de actividad y de consumo, el Estado verá reducido su ingreso por el lado de los impuestos a las ganancias, y si disminuyen los salarios y el nivel de empleo, la recaudación proveniente de Aportes y Contribuciones, que suma los Aportes Patronales con los descuentos de sueldo a los trabajadores que financian su jubilación, su obra social, y seguro, también será menor.

En consecuencia, el ajuste no conduce a una mejora sino a un empeoramiento de la situación fiscal del Gobierno. Algo que los gobiernos europeos de estos momento parecieran no entender. 

 La crisis argentina, que tuvo su colapso a fines del 2001, trajo un inesperado pero afortunado cambio de paradigma con la asunción de Néstor Kirchner como presidente en el 2003. Por un lado, el manejo de un tipo de cambio lo suficientemente alto como para garantizar competitividad a la industria nacional, propulsó la generación de empleo y la reactivación de la Economía Nacional. Pero fue complementariamente crucial para esto la inversión del Estado en Obra Pública. Así, se generaron más de 6 millones de puestos de trabajo, destacando que la recuperación del nivel de empleo y la reducción del empleo informal (en negro) también contribuyen a la creciente recaudación del Estado, ya que se incrementaron notablemente el consumo, las ganancias empresariales y el empleo formal (en blanco).

   A este último punto corresponde añadir la recuperación de las Paritarias y Convenios Colectivos de Trabajo, que son un acuerdo entre la parte patronal, la parte gremial que defiende a los trabajadores, y el Estado como mediador para asegurar un incremento salarial que no quede retrasado respecto al incremento de los precios de los bienes y servicios que se consumen (inflación).

   Esta recuperación que se consiguió con el Gobierno de Néstor Kirchner, anulando la Ley de Flexibilización Laboral impuesta por Cavallo, en la que las tercerizaciones reemplazaron al trabajo formal, empobreciendo tanto a los trabajadores que se quedaron sin paritarias como al Estado que se quedó sin recaudación.

   Por cierto, la recuperación de esta recaudación también se vincula a la nacionalización de las AFJP, que era la privatización de todo el sistema de jubilaciones y seguridad social, que desde Menem–Cavallo pasaron a manos de bancos multinacionales, desfinanciando al Estado, teniendo congeladas las partidas asignadas a jubilaciones y pensiones, eliminando subsidios, y en suma empobreciendo cada vez más a las clases menos favorecidas. Gracias a Néstor Kirchner, volvieron a ser del Estado, por lo que el Gobierno volvió a financiarse, se incorporaron al sistema más de 3 millones de jubilados que jamás se hubieran incorporado al sistema, y se verificaron aumentos en las asignaciones a la par de las paritarias. Es oportuno traer a la descripción que mucha gente que trabajó toda su vida aportando quedó desempleada durante la nefasta década de la convertibilidad, y le fue imposible continuar aportando al sistema de seguridad social. Con el sistema reinante con las AFJP, jamás hubieran cobrado un peso. Gracias a las “Moratorias Jubilatorias” creadas por Néstor Kirchner, toda esta gente fue incorporada al sistema y recibe mensualmente su jubilación, aunque en estos casos es en su valor mínimo, pero que es infinitamente superior a un nivel nulo. 

   Curiosamente, a pesar de todo, existen ciertos bienes que, a pesar del tipo de cambio competitivo, quedan igual de desprotegidos de productos que provienen a precios muy bajos desde el exterior, como, por ejemplo, los de la industria textil, del calzado, o productos de alta complejidad que son baratos, porque son confeccionados por el rendimiento a escala de grandes industrias que se desarrollaron décadas antes, y que consiguieron bajar el costo unitario de producción. Ante estos, es indispensable la política arancelaria. Vale decir, cobrar aranceles a las importaciones de estos bienes, encareciendo la importación, para, con ello, proteger la industria y el empleo argentinos. Por otro lado, las retenciones a las exportaciones del sector agrícola, han sido útiles para incrementar la recaudación del Estado y la financiación del proceso de reindustrialización y de todas las políticas redistributivas.

   Los Subsidios a los Transportes y a los Servicios Públicos como la luz, el gas y el agua, reducen el costo del servicio para las clases sociales más rezagadas económicamente, y se constituyen en una especie de “salario indirecto” que contribuye a equilibrar la matriz distributiva de la riqueza total del país.

   Además, la Asignación Universal por Hijo y otras medidas de políticas redistributivas, también contribuyen a incrementar el consumo, tras lo que se incrementa la inversión, porque es necesario producir más bienes, y, con ello, se incrementa el nivel de empleo, y así todo además es tributario de un aumento de la financiación del Estado. 

   El modelo de superávit comercial  permanente, que se ha vuelto realidad gracias a los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, ha permitido pagar el total de deuda al Fondo Monetario Internacional, reducir el porcentaje de deuda sobre PBI desde más del 160% a menos del 20%, consolidar el proceso de reindustrialización del país que disminuye las importaciones necesarias y agrega valor a las exportaciones, reducir la pobreza a menos del 10%, bajar la tasa de desempleo a menos del 6%, y duplicar la clase media con la mejora distributiva implícita. Pues bien, también ha quedado demostrado que es indispensable recuperar la independencia económica para llevar adelante cualquier política de recuperación, desarrollo y distribución de ingreso. 

   Quedó así el terreno marcado para comprender lo equivocadas que estuvieron las políticas adoptadas para seguir las exigencias del FMI, que es uno de los instrumentos de poder que utiliza el imperio para dominar a los países endeudados con dicho organismo de crédito internacional. Sucesiva y persistentemente, el FMI exigía que el Gobierno argentino recorte el gasto público y que eleve la presión fiscal para obtener recursos rápidos que permitan pagar deudas. Claro, el único resultado de llevarle la corriente a los pedidos del FMI fue incrementar la pobreza, disminuyendo el ingreso y aumentando el desempleo.

   A fin de cuentas, ha quedado explicado por qué es tan imperiosamente urgente que los países del mundo entero copien el ejemplo argentino y salgan de las políticas de ajuste permanente, porque se ha descripto el camino que habrían de seguir si persisten en el mismo camino. Al mismo tiempo, también ha sido explicado el enorme beneficio para cada país y para todos los habitantes de los mismos, si modifican el paradigma neoliberal y los Estados se vuelven intervencionistas, keynesianos, y ponen como eje de su política económica el objetivo de la justicia social, al que no podrán arribar sin soberanía política e independencia económica.

https://www.facebook.com/EconomiaPoliticaConJusticiaSocial/

JULIÁN DENARO es Profesor Adjunto en la Universidad de Buenos Aires, Universidad de Belgrano, Universidades Nacionales del Oeste y de La Matanza, es autor de las obras “LOS PROBLEMAS DE LA MACROECONOMÍA”, publicada en 2008, “LOS OBJETIVOS DE LA MICROECONOMÍA”, publicada en 2013, “ECONOMÍA POLÍTICA CON JUSTICIA SOCIAL”, publicada en 2013 y “MACROECONOMÍA PARA EL CRECIMIENTO INCLUSIVO” publicada en 2015. Está próximo a publicar su quinto libro y es estudiante avanzado de la Licenciatura en Psicología en la Universida de Buenos Aires.

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