Desde la oposición mediática impulsan devaluación y un nuevo gabinete

El concierto habitual de la prensa opositora contra el Gobierno está centrado en estos días en el desplazamiento del ministro Martín Guzmán, anhelado ya en aquellos meses lejanos de negociación de la deuda. Junto a ello, son varias las columnas que coinciden en exigir un cambio de gabinete, con reiteradas apelaciones a Roberto Lavagna y a un paquete económico adecuado a los intereses empresarios.

La apuesta de fondo sigue siendo la imposición de un plan que desconozca por completo el mandato popular de hace un año, para lo cual las y los redactores escriben en los mismos términos sobre un fracaso oficial en todas las líneas y sin excepción y, ya el domingo 25, La Nación fogonea el fantasma del desabastecimiento, capaz de exacerbar a las clases medias afines mucho más que las consignas republicanistas.

Lavagna “en el radar”, lo instaló Clarín el lunes 19, con firma de Zuleta, y al día siguiente Pagni en La Nación repitió su hostilidad con Guzmán. Como para adornar el paisaje, el dispositivo recuperó a Cavallo como economista autorizado a dar recetas superadoras. Dos días después, Pagni amplió el menú de opciones para reorientar al Gobierno y ponerlo más cerca de la propuesta perdedora en octubre de 2019: Postuló a Redrado para Hacienda con una suerte de padrinazgo de Lavagna, mientras volvió a jugar con la idea de Massa como jefe de Gabinete.

Junto a los títulos reiterados sobre el dólar “blue” y sus récords, el impulso a la devaluación y al reemplazo de Guzmán fueron tomados a fondo el viernes por Bonelli en Clarín: puso al ministro por “emplazado” por el presidente y levanta también la bandera de la llegada de Lavagna: dice que lo piden gobernadores -sin nombre-, empresarios -también sin nombre-, sindicalistas -también sin nombre-.

Cuando va por el dinero, que es siempre, esta gente no se esmera siquiera en disimular. Ese mismo día Miri en Clarín tecleó: “La pregunta del mercado llegó al Gobierno: ¿devaluará Martín Guzmán o el ministro que le siga?” Por supuesto, salpimentado con reiteraciones sobre la “falta de confianza”. Guzmán no tiene credibilidad y “nunca la tuvo”, publicó Wende el domingo, en Infobae.

En todas estas secuencias se repite un mecanismo ya usado: un articulista incluye un rumor o un proyecto de sus mandantes y luego el coro lo empieza a citar como algo cierto y en desarrollo. Por eso el sábado González de Clarín habla del “emplazamiento” presidencial a Guzmán “como escribió Bonelli”. La escalada la sostiene Kirschbaum, el domingo, que adorna su nota con una foto en la que están Alberto Fernández y Lavagna. Y escribe así: “Brotan especulaciones sobre Roberto Lavagna”. No es consuelo menor que se abstuvo de hablar de “brotes verdes”. Algo es algo.

Es más que obvio que Clarín, La Nación, Infobae, sus locutores y animadores, funcionan como un batallón sin fisuras para defender los intereses del ex ministro macrista Etchevehere en el conflicto por la herencia familiar con su hermana Dolores: toma, usurpación y ocupación son palabras martilladas a destajo, en una manipulación alevosa que saturaría el trabajo de la institución llamada “Chequeado”, si alguna vez se diera el milagro de abocarse, aunque fuere con mínima consistencia, a las noticias falsas que publican los medios más poderosos.

Y no es menos obvio que la libertad de extorsión también es defendida a capa y espada en beneficio del periodista Daniel Santoro y del fiscal Carlos Stornelli, ambos involucrados en las denuncias sobre el accionar de una banda también integrada por el ex espía D’Alessio y legisladores y figuras del macrismo.

Y lo que es el vértigo: de custodia y garantía de la democracia y la Constitución; de único poder legítimo y decente en el andamiaje institucional argentino, la Corte Suprema fue aniquilada el domingo por Morales Solá, en La Nación, que la ubica “en su peor momento”. Es que de la euforia por la aceptación del “per saltum” de los tres jueces del macrismo y cuya reubicación desautorizó el Senado, con lo cual los cortesanos fueron aplaudidos por el “golpe” y la “derrota” propinada al Gobierno, Morales Solá y otros escribas pasaron a la decepción, por la “demora” en el fallo de fondo.

La versión, que Clarín y La Nación publican reiteradamente, según la cual habrá un fallo “intermedio”, es usada para repetir advertencias sobre lo que les espera a los supremos, reiteradamente amenazados con caceroleos, escraches y hasta el impedimento para ir a su centro comercial preferido. Salvo el puro, el perfecto, el libertario ex abogado de Clarín, Rosenkrantz, que obviamente bajará la cabeza y votará como se le ha ordenado.

Estos días dejaron un menú variado de opiniones, rumores y manipulaciones para engrosar la galería del horror de este “periodismo”. Algunos ejemplos:

-Lunes 19, Clarín: la editora Fesquet, asqueada con la manifestación popular del 17 de Octubre, exalta los actos en los que los asistentes no son llevados en camiones ni micros, ni reciben ningún plan social.

– Martes 20, La Nación: Carlos Pagni delira con “hipnotizar” a Cristina Kirchner. Dice que así sabríamos que no le interesan el peronismo ni el 17 de Octubre.

– Miércoles 21, La Nación: Morales Solá dice en la página 12 que el “observatorio”, proyecto que estudia la Defensoría del Público, significará contratar a 1.500 personas. En la página 28, Sergio Suppo dice que serán 140 personas. ¿A quién creerle? Según los hechos hasta ahora conocidos, a ninguno de los dos, ambas cifras son puro invento.

– Viernes 24, Clarín: Bonelli habla del rechazo a Guzmán en Wall Street: en un párrafo los “lobos” lo quieren liquidar al ministro. En el siguiente, los “tiburones”. El redactor olvidó a los “halcones”, porque podría haber completado aire, mar y tierra.(Comuna)

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