4 de agosto: Encuentran el cuerpo de Monseñor Angelelli

El 4 de agosto de 1976, el cuerpo del obispo de La Rioja, Enrique Angelelli, fue encontrado al costado de la ruta 38, camino a la capital provincial. Enrique Angelelli había nacido el 17 de julio de 1923, en Córdoba, Argentina.

En la provincia de Córdoba, Argentina, comenzó su labor pastoral como Vicario Cooperador en la Parroquia San José de Bº Alto Alberdi y como Capellán del hospital Clínicas. Paulatinamente fue creciendo en él la predilección por el servicio a los pobres.

En 1960 fue designado por el Papa Juan XXIII, Obispo Titular de Listra y Auxiliar de Córdoba, y luego fue nombrado Vicario general de la Arquidiócesis. Angelelli tuvo participación activa en diversos conflictos gremiales, lo cual evidenció un compromiso episcopal poco frecuente en el contexto eclesial de Argentina y especialmente resistida en los círculos del catolicismo tradicional de Córdoba.

En 1968  asumió el Obispado de La Rioja, y se propuso ser un riojano más. Visitó instituciones, comunidades, barrios y poblados riojanos. En 1969, La Misa radial que se celebraba desde la Catedral, asumió el carácter de diocesana. En mayo de ese año, se realizó la Semana Diocesana de Pastoral, allí se redactó un documento que profundizaba el análisis de la realidad provincial y el compromiso por la liberación del hombre y la mujer riojanas. Desde esta opción, la pastoral de Angelelli se caracterizó por estar junto a los trabajadores en sus reclamos y con los campesinos impulsando su organización cooperativa. Denunció la usura, la droga, las casas de juego y el manejo de la prostitución en manos de los poderosos de la sociedad riojana. Visitó los barrios carentes de viviendas y alentó a los pobladores a organizar una cooperativa de consumo. Reclamó al gobierno nacional el presupuesto para la provincia, condenó las arbitrariedades de los gobernantes, alentó la organización de las empleadas domésticas e instó a todos a comprometerse en la acción política para el servicio y bienestar del pueblo.

Los grupos católicos conservadores se resistieron a los cambios iniciando campañas en su contra, que se intensificaron ese año, hasta culminar con la prohibición de la misa radial. Las movilizaciones y protestas en la provincia contrastaban con el silencio de la Conferencia Episcopal.

En 1973 se restituyó a la iglesia riojana la misa radial. En 1974 el país vivía un recrudecimiento de la crisis social y política, con asesinatos, atentados y ataques a los dirigentes y organizaciones populares. Angelelli viajó a Roma; en Europa le aconsejaron no regresar a Argentina porque su nombre figuraba en la lista de amenazados por la Tripe A. Pero Angelelli retornó a su Diócesis y planteó los ejes de trabajo para 1975: "caminar con y desde el pueblo, seguir actuando el Concilio y continuar la promoción integral de los riojanos".

Luego del golpe de estado del 24 de marzo de  1976 se intensificó el control y seguimiento a los miembros de la iglesia, en el marco de la represión desatada por la dictadura militar. Mons. Angelelli levantó su voz para denunciar las violaciones a los derechos humanos e hizo conocer al episcopado la persecución de que era objeto la iglesia en La Rioja.

La represión se agudizó. Fueron detenidos el P. Eduardo Ruiz, de Olta y el P. Gervasio Mecca, de Aimogasta. El 18 de julio fueron secuestrados, torturados y asesinados los padres Gabriel Longueville y Carlos Murias, de Chamical. El 26 de julio ametrallaron en la puerta de su casa al laico campesino Wenceslao Pedernera, en Sañogasta. Y cuando el 4 de agosto, Mons. Angelelli, junto al P. Arturo Pinto, retornaba a la Capital riojana, a la altura de Punta de los LLanos, su camioneta fue embestida por un auto Peugeot 504, que le provocó el vuelco. El cuerpo del Obispo fue sacado y su nuca golpeada contra el asfalto, quedando su corpulenta figura extendida con los brazos abiertos sobre la ruta.

Al día siguiente de su muerte, el diario El Sol de La Rioja, tituló: “Murió Angelelli en un accidente”. Esta misma opinión fue la que mantuvieron por años la Dictadura y el Episcopado argentino. Pero su acompañante, Arturo Pinto, aseguró ante el Tribunal que abrió la causa en 1983 para investigar la muerte del obispo, que un Peugeot 404 maniobró bruscamente delante de ellos, provocando el vuelco de la camioneta en la que viajaban. El 19 de junio de 1986, el juez Aldo Morales estableció que se trató de “un homicidio fríamente premeditado”. Las “leyes de la impunidad” en los 90 provocaron la caída de la causa. Pero la anulación de aquellas leyes, en 2005, permitió su reapertura. En 2010, Pinto y varios actores más se constituyeron en nuevos querellantes y solicitaron la imputación de catorce militares y policías, encabezados por el ex dictador Jorge Rafael Videla, el entonces comandante del III Cuerpo del Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, y el interventor de La Rioja, coronel Osvaldo Héctor Pérez Battaglia.

El 4 de julio de 2014, Luis Fernando Estrella y Luciano Benjamín Menéndez fueron condenados a cadena perpetua por el crimen de Enrique Angelelli. Otros acusados tales como Jorge Rafael Videla, Juan Carlos Romero y Albano Harguindeguy, fallecieron antes del comienzo del juicio.

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