Una masa (Por Julián Denaro)
En Argentina, una masa es el bollo de harina, levadura y agua para hacer una prepizza o pan, pero también es “una masa” la calificación de un estado o una obra. Por ejemplo, si te preguntan cómo estás y vos te sentís muy bien, podes contestar “me siento una masa”. O para calificar una producción. Por ejemplo, mis tres libros de Economía son una masa. Y además yo me siento una masa porque estoy comenzando a escribir mi cuatro libro. Nuestro país tiene tantas bellezas naturales y valores culturales e históricos que es una masa. Pero la situación Económica no sería una masa si Massa llegase a ganar las elecciones para presidente en el 2015.
Antes de proseguir, para contextualizar el sentido del artículo, conviene citar dos frases de uno de los más grandes genios de la historia de la humanidad, Sigmund Freud:
«Supongamos que en un Estado cierta camarilla quisiera defenderse de una medida cuya adopción respondiera a las inclinaciones de la masa. Entonces esa minoría se apodera de la prensa y por medio de ella trabaja la soberana opinión pública hasta conseguir que se intercepte la decisión planeada» – Sigmund Freud (1925)
«El odio puede tener un valor unitivo en la conformación de masas. Los lazos sociales que se conforman bajo la lógica de masa generan la ilusión de una identidad de goce en común. En este sentido es que se podría plantear que las construcciones de colectivos, sostenidos en la convicción de una identidad compartida, resultan segregacionistas» –Sigmund Freud (1921)
En Argentina se ha vivido una transformación socio – económica casi sin precedentes, gracias a las Políticas llevadas adelante por el gobierno Kirchnerista, lo que vale decir, Néstor Kirchner (2003-2007) y su esposa Cristina Fernández desde entonces. Iremos presentando cada una de las mismas, que hicieron posible bajar la pobreza del 50% a menos del 15%, el desempleo del 30% a menos del 10%, extinguir la indigencia desde el 25% que había en el 2001, reducir la Deuda Externa desde el 160% del Producto Bruto a menos del 30%, etcétera.
Sin embargo, el Poder de grandes corporaciones que van desde la oligarquía terrateniente y los grandes exportadores de productos agropecuarios, el Poder Financiero corporizado en conocidos bancos extranjeros, las multinacionales instaladas en nuestro país desde el paradigmático ciclo neoliberal que se padeció en su mayor auge en la década de 1990, el imperialismo norteamericano que recientemente estuvo detrás de golpes de Estado, a través de golpes económicos y parlamentarios en otros países vecinos latinoamericanos, como Paraguay y Honduras, y otros poderes, son los que manejan los medios de comunicación, a través de los cuales han construido un sentido común en la población que se aparece como el gran problema a vencer para proseguir con la Revolución Justicialista, que debe su nombre al gran objetivo de la “Justicia Social”.
Pues bien, ésta complejidad coexistente habrá de ser expuesta y quedará desnuda y clara para los lectores del presente artículo. Se efectuará, para conseguirlo, una descripción tanto de la Política Económica y Social que causó la devastadora crisis que culmina en el 2001, como la que generó la reactivación de la Argentina desde entonces, lo que hasta el mismo Massa enuncia en sus discursos que asegura profundizaría. Empero, habremos de analizar con total elocuencia las características de sus propuestas para cuestionar la dudosa veracidad y honestidad de las mismas.
En resumidas cuentas, las características centrales sobre las que se basó la destrucción de la Argentina minera, agropecuaria, industrial, tecnológica, marítima y aérea sin deuda externa que se había conseguido durante el gobierno de Juan Domingo Perón (1946 – 1955), fueron la supresión de las leyes de promoción industrial y minera, el achicamiento del Estado sobre todas las decisiones de Política Económica, el manejo del valor del dólar a cargo del poder financiero, Estados Unidos a través del FMI y la oligarquía terrateniente agroexportadora, y la creación y luego agigantamiento de la Deuda Externa Argentina para financiar los continuos déficit comercial y fiscal, que acabaron cediendo la soberanía nacional y entregando la riqueza de nuestro país, sobre todo con las privatizaciones llevadas a cabo durante la presidencia de Carlos Menem.
Durante el modelo de la Convertibilidad de Cavallo (1991-2001) que se puso en vigencia durante las presidencias de Carlos Menem y luego Fernando De la Rúa, el dólar barato, la apertura abrupta e indiscriminada a las importaciones, la ausencia (achicamiento) del Estado para dirigir el rumbo económico, entonces manejado por el Poder Económico de las grandes corporaciones y el imperialismo foráneo a través del Consenso de Washington, la extranjerización de la Economía, la venta a precios regalados de todas las empresas de servicios públicos, la ley de flexibilización laboral y el peso constante del pago de intereses sobre la creciente Deuda Externa, generaron un constante Déficit para las finanzas de nuestro País en conjunto y del Estado en particular. Las importaciones eran baratas y la Industria Argentina no podía competir contra el barato costo de importar, el Estado no podía hacer frente a una incesante fuga de divisas, tanto por los dólares necesarios para pagar las importaciones y la Deuda Externa como los que se fugaban por la especulación financiera, y además se redujeron notablemente los ingresos del Estado ya que la recesión resultante se tradujo en una menor recaudación proveniente de Impuestos al Consumo, porque la creciente pobreza se traducía en un menor consumo, una menor recaudación proveniente de Impuestos a las Ganancias, con una Economía totalmente quebrada y la ausencia de recaudación proveniente tanto de los Aportes Patronales como de los aportes previsionales de los trabajadores, monto recaudado entonces por las AFJP, o sea, Bancos Extranjeros apropiándose de los montos previsionales y de seguro, en conjunto con el cobro de jugosas comisiones, desfinanciando al Estado y quitándole haberes justos a los jubilados, para engordar el volumen financiero de los Bancos Extranjeros que se adueñaron de semejante riqueza. En adición a esto, contamos con un déficit permanente por el retiro de ganancias de empresas extranjeras operando en nuestro país, gracias al modelo de las privatizaciones, que consistió en la venta de todas las empresas del Estado Argentino. En suma de esto enunciado y mucho más: Permanentes Déficit Comercial (Importaciones mayores a las Exportaciones), Déficit Fiscal (Ingresos del Estado insuficientes para cubrir sus Egresos) y Agigantamiento de la Deuda Externa, lo que nos convertía en dependientes de los caprichos del Fondo Monetario Internacional, nuestro principal acreedor, que se hizo dueño y patrón de las decisiones de política económica de nuestro país.
Pero cuando finalmente se produjo la quiebra del Estado Argentino y ya no se pudo recibir ningún préstamo adicional desde el exterior, se produjeron dos consecuencias inevitables. Una, la renuncia de quien ocupaba el puesto de presidente de la Nación, Fernando De La Rúa, y del Ministro de Economía de todo el ciclo devastador de la Argentina y de los argentinos, Domingo Felipe Cavallo, la otra, la devaluación. Lo primero condujo a un llamado a elecciones presidenciales, y lo segundo se tradujo inmediatamente en un encarecimiento de las importaciones, porque ahora el dólar estaba más caro, y eso renació la competitividad de la Industria Argentina, con lo que fue el primer paso de la reactivación y el renacimiento del País. Sin embargo, no hay que olvidarse que Duhalde, el presidente transitorio de nuestro País, transformó el proceso devaluatorio en algo que adoptó el nombre de “Devaluación Asimétrica”. Esto significa que, si bien la elevación del tipo de cambio favoreció a la recuperación de competitividad de la industria argentina y la tasa de desempleo comenzó a disminuir, había un costo que pagar. Los Depósitos a Plazo Fijo en los Bancos fueron retenidos por lo que se llamó “El Corralito”, una medida adoptada por Cavallo para evitar la quiebra del sistema financiero. Tras esto, la salida de ésa situación pudo haber tomado distintas características, según quien pague el costo.
Si hubiera sido simétrico, se hubiera pagado el costo de la devaluación por mitades. La mitad el pueblo y la mitad los bancos. Pero las determinaciones del Presidente Transitorio Duhalde fueron favorables a los bancos y contrarias a los intereses del pueblo. Los que tenían Depósitos a Plazo Fijo en los Bancos en Dólares (la mayoría de la población) recibían 1,40 pesos por dólar y los cambiában por dólares en las Casas de Cambio ubicadas a la vuelta del Banco del que retirában, comprando a 2,50 aproximadamente, y perdiendo con ello cerca del 50% del capital propio. Pero eso no terminó allí, a los Bancos el Gobierno les otorgó bonos a diez años que les protegían el total de su capital, por lo que dentro del Presupuesto de Gasto Público de los diez años siguientes hubo que asignar una partida al pago de éstos bonos, que privaron al Estado Argentino de distribuir fondos en obra pública, salud, educación, superávit fiscal, etcétera. Es decir, durante diez años el pueblo argentino pagó el costo de la devaluación, y los bancos no pagaron nada, gracias al señor Duhalde.
Pero a partir del 2003, con Nestor Kirchner como presidente de nuestro rico país, las cosas cambiaron sustancialmente. El mencionado presidente dijo en su primer discurso que jamás haría pagar al pueblo los costos de las viejas políticas, y en lo sucesivo, la Política Económica de su gobierno no hizo más que devolverle al pueblo todos los derechos que habían sido menguados o quitados poco a poco desde el bombardeo a la Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955, que tuvo como gran objetivo detener la revolución iniciada por Perón.
El manejo del precio del dólar por parte del gobierno, que sirve para proteger la industria nacional y el empleo argentino, más la recuperación de los aranceles a las importaciones, que encarecen las importaciones y a la vez que estimulan la producción y la generación de empleo, producen un importante monto de recaudación para el Estado Argentino, fueron medidas férreamente ligadas a un conjunto mucho mayor de vital importancia también. La desocupación en la Argentina consiguió disminuir en un período breve de tiempo desde el 30% a menos del 15%. Pero además, la recuperación de las Paritarias o Convenios Colectivos de Trabajo, en las que se negocian los incrementos salariales todos los años, de modo que los mismos no sean absorbidos por los incrementos de precios, han sido vitales para recuperar el poder adquisitivo de la clase trabajadora.
Luego, las retenciones a las exportaciones aplicadas en aquellos rubros donde se perciben ganancias extraordinarias fueron también cruciales. Véase el siguiente ejemplo: si el precio internacional de un kilo de carne es de 100 pesos, el precio hacia el mercado interno también sería de 100 pesos de no estar regulado por el Gobierno. Pero ahora si se aplican retenciones a las exportaciones de carne del 40%, el ingreso por exportación se reduciría a 60 pesos por kilo, ya que de los 100 pesos por kilo que ingresan al país, 40 pesos se los queda el Estado. Entonces, el precio del mercado interno se reduce de 100 a 60, con lo que se puede ver como un claro instrumento que impide que los precios internacionales sean los que determinan los precios internos, controlando los precios internos y además un mayor porcentaje de la demanda interna, especialmente aquella porción de la misma a la que no le alcanza para pagar precios internacionales. Pero además, las retenciones a las exportaciones conforman aproximadamente el 10% de la recaudación tributaria total del Estado Nacional.
Una cuestión central del período kirchnerista fue la Estatización de los Fondos Previsionales, que desde las privatizaciones del modelo de Menem – Cavallo estaban en manos de la Banca Privada Extranjera. Con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, ésos fondos volvieron a financiar al Estado y permitieron algunas medidas ejemplificadoras. En principio, es oportuno destacar que aproximadamente el 25% de la recaudación total del Estado proviene de ésta fuente, que son los aportes patronales y aportes previsionales de los trabajadores. Y está prohibido olvidar para cualquier análisis sensato, honesto, sincero y valorable humanamente, que los haberes jubilatorios estuvieron congelados durante más de una década, producto de la desfinanciación total del Estado durante el ciclo menemista. Por cierto, hay que agregar que durante aquel ciclo devastador de la economía y del empleo, hubo millones de personas activas desocupadas o en trabajos precarios que no efectuaron aportes mientras estuvieron desempleados o con bajos ingresos, ya que entre comprar comida y aportar a su jubilación no hay opción si se quiere proseguir con vida. Entonces, Nestor Kirchner inventó algo que no estaba ni en los manuales de Keynes ni de Perón: La Moratoria Jubilatoria, que incluyó al sistema jubilatorio a 3 millones de personas que hoy no percibirían haber alguno. Adicionalmente, y complementando esto, la Ley de Movilidad Jubilatoria ha asegurado desde entonces un incremento en los haberes jubilatorios dos veces por año que indiscutiblemente han superado a los incrementos de precios, en conjunto con una protección y una reactivación a todo el Sistema de Asistencia Médica del Sector Público. Todo esto no hubiera sido posible sin la Estatización de las AFJP y sin las Retenciones a las Exportaciones.
Y aquí una mención esencial, central y de la mayor trascendencia que jamás se pudo haber soñado antes de Nestor Kirchner. Es que los que nacimos con la Deuda Externa ya consolidada, que encima engordaba todos los años con el déficit fiscal y el déficit comercial, suponíamos que todos los argentinos acarrearíamos con el peso de la deuda externa sobre nuestras espaldas toda la vida, hasta la eternidad, sin soberanía política, sin independencia económica, y entonces acatando todas las imposiciones del Fondo Monetario Internacional. Pero el enorme superávit comercial y fiscal durante el gobierno de Nestor Kirchner, y que permitió al Estado Argentino acumular divisas en una manera fantástica, se tradujo en un pago total de deuda al FMI y una reducción de la Deuda Externa desde el 160% de la riqueza anual producida por el país en el 2001 a menos del 20% en el 2013. La Soberanía Política y la Independencia Económica se habían conseguido, gracias a Nestor Kirchner. Y sabemos que son requisitos ineludibles para conseguir la Justicia Social.
Pero hay mucho más. Hay muchos más logros del gobierno kirchnerista. Además de las Políticas que protegieron e incentivaron el desarrollo del sector productivo y de todas las ramas de actividad, hubo inversión efectiva del Estado Argentino generando más de 5 millones de puestos de trabajo. Hubo una promoción inaudita en la historia argentina para desarrollar el Turismo dentro de nuestras fronteras, haciendo honor a que tenemos uno de los países con mayor variedad de bellezas naturales que existen en el mundo. Ahora, curiosamente, además de que suena lindo lo recién expuesto, constituye un vital cambio en la estructura de la Balanza de Pagos, dado que mayor cantidad de dinero ingresa al país, menor cantidad de dinero se va del país, y todo eso confluye en un desarrollo de la hotelería, la pavimentación de rutas nacionales y provinciales y la ampliación de todos los medios de transporte, cuestiones todas que generan un mayor nivel de empleo en nuestro país.
Por cierto, y en relación con el párrafo precedente, contamos entre los logros kirchneristas con la nacionalización de Aerolíneas Argentinas, que tiene varios aspectos que destacar. Entre ellos, que como mayor porcentaje del pasaje se efectúa en nuestra aerolínea de bandera, mayor es el ingreso de divisas a nuestro país, al mismo tiempo que disminuye la salida de divisas para pagar vuelos en compañías extranjeras. Pero igualmente de importante, es que ya no está en manos de una empresa extranjera que retira utilidades e intereses por cuanto se le viene a la gana, además de es obligatorio no olvidar que en manos extranjeras nuestra compañía aérea fue vaciada y desfinanciada. Y un análisis similar va para la nacionalización de YPF.
Ahora, retomando las frases de Sigmund Freud, vemos que como al Poder Financiero, al Imperialismo norteamericano, a las Corporaciones de la Oligarquía Terrateniente, a los grandes Exportadores y a las Multinacionales que manejan un importante porcentaje de la riqueza de nuestro país, no les apetece compartir su enorme caudal de ingresos con la población común, manejan los medios de comunicación para intentar convencer al pueblo argentino de que la realidad es oscura y cruel, y generan un temor paralizante a los sectores productivos para que no inviertan más.
Traduciendo el párrafo precedente, esto significa que la única manera de detener la Revolución Justicialista es mintiendo y generando odio. Instalando la idea de que el gobierno actual se ha robado una tajada importante que le correspondía al pueblo. Instalando la idea de que en cualquier momento hay que devaluar. Queriendo instalar la idea de que va a venir otro “corralito” en cualquier momento. Queriendo instalar la idea de que en el 2015 cuando asuma Massa como nuevo presidente, las mentiras del actual gobierno van a estallar en sus manos y todos pagaremos el derrumbe. Instalando la idea de que estamos con un “retraso cambiario” y hay que devaluar urgente. Instalando la idea de que la Argentina está dividida entre los Kirchneristas y los Anti-K, cuando los únicos que meten el odio en la gente son ellos a través de los medios masivos de comunicación que manejan según su criterio.
Entonces viene Massa a salvar al país. Él no quiere mirar al pasado, no quiere la confrontación, no quiere asfixiar al campo con retenciones a las exportaciones, no quiere un mínimo no imponible de impuestos a las ganancias que por ser tan bajo incluya altos niveles de salarios y jubilaciones (y eso que es un impuesto progresivo por definición!!), no quiere controlar las importaciones para que todos se muevan en “libertad” en nuestro país, pero también quiere profundizar los logros del kirchnerismo. Bueno, nada de esto cierra en la realidad.
Si se quitan las retenciones a la exportaciones, se quita la incidencia del Estado sobre el control a las importaciones, se eleva el mínimo no imponible de Impuestos a las Ganancias y se decide no confrontar con el poder económico, lo que en realidad significa acordar, consensuar, ir al diálogo con el poder para aceptar sus condiciones y entonces perjudicar al pueblo, inmediatamente volveremos a padecer déficit comercial y déficit fiscal, que en un mediano plazo se traduce en ajuste, luego en deuda externa y posteriormente en privatizaciones otra vez, además de una devaluación efectuada nada más que para favorecer a los que tienen los dólares, que son quienes en realidad estarían a cargo del manejo de nuestro país, si llegara a ganar las elecciones para presidente Massa. Esto sí que no sería una masa para el pueblo argentino.
Julián Denaro
19 de agosto de 2013
Lic. JULIÁN DENARO (1976) es Profesor Adjunto en la Universidad de Buenos Aires (en Facultades de Ciencias Económicas, Ciencias Sociales, CBC y UBA XXI), en la Universidad de Belgrano y en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Es autor de las obras “Los problemas de la macroeconomía” publicada en 2008, “Los objetivos de la microeconomía” publicada en 2013 y “ECONOMÍA POLÍTICA CON JUSTICIA SOCIAL” publicada en 2013. Dicta conferencias y cursos para Graduados, escribe artículos para revistas internacionales y es estudiante avanzado de la Licenciatura en Psicología en la Universidad de Buenos Aires