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El show noventista debe continuar (Por Laura Ioskyn)

"Si los medios son el poder, las paredes son del pueblo", proclamaba un grafiti a tan solo una cuadra del Congreso Nacional. El edificio que alberga uno de los tres poderes del sistema democrático argentino, que por estos días ha sido excluido de su plena facultad por los poderes ejecutivos y judiciales del país.

En el día de ayer, el flamante Gobierno Nacional anuló por Decreto la ley más popular y democrática de la última década, la  Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Sin titubeos, como si la libertad de expresión y el derecho de acceso a la información dependiera de la voluntad política y de los intereses privados de unos pocos con acceso privilegiado al despacho presidencial.

El largo camino construido hacía la promulgación de la Ley de Medios, luego de varios años de debate con alta participación popular en foros, plenarios y comisiones, a lo largo y ancho del país, fuera y dentro del recinto del Congreso, con la investigación y el consenso por parte de instituciones académicas, organizaciones de la sociedad civil y con el apoyo de diversos sectores políticos, hoy sucumbe a los pies de la impunidad misma y la ambición de poder sin límite.

Una Ley de Medios profundamente democrátizadora, que vino a reemplazar una norma promulgada durante la última dictadura militar. Una ley que tenía como objetivo promover la diversidad y la pluralidad de contenidos en los medios masivos de comunicación, para impulsar la desconcentración del sistema, el fomento de la competencia y la universalización del acceso, entendiendo a la comunicación como un derecho humano básico y no como un bien económico sujeto a las reglas del mercado.

La decisión de revocarla a través de un DNU, dicta el comienzo de un cambio de época. Es tiempo de volver a beneficiar a los mismos de siempre, a aquellos que  tanto resistieron la ley allá por el 2009 cuando se aprobó por amplia mayoría en el Parlamento. Es tiempo de volver a saturar las grillas televisivas y radiales con productos de estilo noventista, es la vuelta de los bloopers y del “hola Susana”. Anestesiar las mentes cansadas de 12 años de debate político, ávidas de contenidos sin contenido que los desconecte de la realidad.

Vaciar la cultura de "lo nacional y popular", será el nuevo objetivo comunicacional de esta nueva era política. Por eso la urgencia de este decreto y el beneficio inmediato a sus socios de siempre. Porque la derechización de la economía comienza haciendo anclaje en la cultura.Y es aquí cuando el bombardeo mediático cumple su función mejor que ningún otro antídoto.

Entre el pan dulce y el champagne, es cuando todo sucede.  Y con una sólida alianza entre el poder político y judicial, seguirán coaptando todas las vías de comunicación audiovisual de manera casi autoritaria, disolviendo los organismos de regulación y control, como el AFSCA y AFTIC. Es la crónica de una tiranía anunciada, la devolución de una cadena de favores de campaña.

Sin Ley, sin justicia, sin Congreso, sin políticas de estado democráticas. Así emerge la República de la decretocracia, de la despolitización y la desinformación monopólica. Es la vuelta obligada y tan proclamada del show noventista, que durante 12 años se hizo esperar.

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