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Macri presidente: el “relato M” (Por Héctor A. Palma)

Claramente estamos ante la presencia creciente y omnimediática del “relato M” (por Macri, obviamente, en adelante “rM”). El “rM” es relativamente complejo y consta de, al menos, dos grandes partes. Una semioculta, velada, disimulada, y otra explícita. La primera no es ni más ni menos que el relato mediático neoliberal que ya conocimos en los ’90, que incluía buena parte de los eslóganes de la dictadura de los ’70 y que sostenía básicamente:

  1. Los humanos son competitivos por naturaleza (algunos llegaron a decir que el derecho de propiedad se encontraba en la misma naturaleza humana) y, en esa competencia, el esfuerzo y el egoísmo individual hacen que las personas mejoren en tanto tales y ello repercute en una mejora de la sociedad. El culto a los exitosos servía de ejemplo de estos microfundamentos de la economía liberal.
  2. Primero hay que generar riqueza para luego distribuirla, falacia de sentido común que legitimaba toda clase de atropellos sobre los asalariados. La famosa teoría del “derrame”, que nunca funcionó y, por el contrario, generó más desigualdad.
  3. Las economías liberales son más prósperas y en la economía mundial da lo mismo producir acero que caramelos.
  4. El Estado es ineficiente por naturaleza (en términos de costo-beneficio), mientras que los privados, por el contrario, son eficientes si se deja que las fuerzas competitivas y neutrales del mercado actúen sin límite. Por lo tanto (los dos puntos siguientes):
  5. Lo importado siempre es mejor que lo nacional (porque lo nacional estuvo protegido y lo importado proviene de un mercado abierto y competitivo). El burdo latiguillo “estamos aislados del mundo” es la versión más usada.
  6. Privatizar hará más eficientes y mejores los servicios (energía, comunicaciones, educación, salud, etc.)

Sobre las afirmaciones precedentes, cabe consignar, en primer lugar que son o bien claramente falsas o bien verdades a medias; la experiencia histórica y una amplísima bibliografía prueba esto; en segundo lugar, esto es lo que piensa el gobierno actual, aunque casi nunca lo declaren abiertamente, seguramente porque la debacle que produjo esta forma de pensar en el 2001 está impresa en el imaginario colectivo argentino y no quieren reflotarla.

La segunda parte del “rM”, explícita, es más burda, más brutal, más pedestre. Descalifica y degrada intelectualmente tanto a los que la propalan como a los que la creen. El “rM” denuncia que hay un “relato K” por un lado pero, como contraparte se presenta a sí mismo como un “no relato”, un relato que no admite serlo, porque pretende ocupar el lugar de la verdad. El “rM consigue así transformar una serie de falsedades manifiestas en verdades de Perogrullo:

  1. Utiliza constantemente el argumento de la “pesada herencia” para responsabilizar al gobierno anterior de una serie de desmanejos de todo tipo que justificarían el ajuste y la crisis. Pretende dar cuenta de una verdad que, por esa “pesada herencia” debe ser brutal, inculta, despreciativa de la palabra y los conceptos, estigmatizante, oligárquica, clasista, pero una verdad al fin, que sería mejor que cualquier relato. La realidad es que están generando una crisis para ajustar (ya lo ha dejado por escrito anteriormente el mismísimo presidente del Banco Central procesado por el Megacanje I). ,
  2. Instala una política cínica que, ignorando todo dato empírico, promete más república y viola sistemáticamente la Constitución y la seguridad jurídica; promete políticas en favor del empleo y los salarios y genera desocupación y baja de salarios; asegura que el Estado debe estar junto a la gente y solo organiza un Estado gendarme para reprimir; pontifica sobre la libertad de expresión y la pluralidad de opiniones pero deroga por decreto la Ley de Medios de Comunicación Audiovisual, frivoliza y homogeneiza la información a través de multimedios adictos y presionando de distintos modos para perseguir periodistas y medios opositores; reniega de la política y la descalifica, pero opera políticamente para su propio beneficio.
  3. Despide empleados y desmantela organismos del Estado, asegurando que son personas que no trabajan (ñoquis) que dejó el gobierno anterior poco antes de irse, cuando en realidad hay un plan destinado a generar una desocupación no inferior al 14/15 % para que no haya posibilidad de discutir paritarias con un mínimo de fortaleza y solo se negocie preservación de la fuente de trabajo a cualquier precio. La creciente cantidad de despidos en el sector privado es la prueba más palmaria de esto.
  4. Utiliza la excusa de la amenaza del narcotráfico (es muy probable que próximamente también agreguen el terrorismo internacional) para militarizar las calles, reprimir la protesta social e instalar un clima de temor en la población.
  5. Se presenta como un gobierno abierto y plural pero persigue, estigmatiza y planea venganzas de distinto calibre contra funcionarios del gobierno anterior y los militantes. Esas represalias van desde el mero despido hasta el armado de juicios de impacto mediático contra funcionarios de alto nivel aunque ello no resista el más mínimo análisis jurídico.

Ahora bien, ¿cuáles serían las razones por las cuales tantas personas creen el “rM”? De hecho un 51% votó este proyecto que hoy gobierna y nadie que poseyera mediana información durante la campaña puede decir que ha sido engañado.

Los medios hegemónicos y la oposición sostenían que los que aceptaban el “relato K” lo hacían o bien por ser ignorantes o estupidizados, o bien porque recibían algo a cambio (un plan social, un choripán, un contrato en el Estado, dinero bajo distintas formas cuando se trataba de periodistas, artistas o intelectuales que apoyaban las políticas del gobierno). Estos argumentos son muy ingenuos, y hablan más de los que los sostienen que de los que creían/creen en el proyecto político del FPV. Ellos no conciben otra forma de adherir a proyectos colectivos. Pero es difícil saber por qué tantas personas creen el “rM”. Seguramente debe haber razones variadas: convencimiento de la prédica neoliberal, odio de clase, identificaciones psicológicas con personajes y grupos (a los que seguramente nunca llegarán), magnificación exagerada hiperbólicamente de algunos problemas e insuficiencias (reales) del gobierno anterior, errores del gobierno anterior, etc.

Lo que es muy difícil de concebir es que aquellas personas que pensaban tener una claridad y lucidez implacable para darse cuenta qué tan estúpidos o corruptos eran los que creían el “relato K”, hoy no la tienen para darse cuenta de que abrazan ideas que van a perjudicar fuertemente a la mayoría de los argentinos y por mucho tiempo. Quizá cuando se den cuenta ya será tarde, y quizá ese sea el gran triunfo del neoliberalismo: que las personas encuentren otro relato que les permita no hacerse cargo de que la vida que llevan en lo personal surge, en buena medida, de las decisiones que toman en política y no meramente de sus decisiones y esfuerzo personal.

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