Holanda intentó distender la crisis con Turquía, pero Erdogan escaló con insultos y amenazas
Un día después de que Holanda deportara a una ministra turca que quería encabezar un acto de campaña, Amsterdam intentó hoy reanudar un diálogo con Ankara para evitar una crisis diplomática, pero el presidente Recep Tayyip Erdogan advirtió que el país europeo "pagará el precio" por su comportamiento "vergonzoso" y volvió a acusar a las autoridades de "nazis y fascistas".
Mientras la tensión entre los dos países escalaba, el gobierno francés se diferenció hoy de Holanda -y de Alemania, otro país europeo que en las últimas semanas prohibió actos proselitistas turcos- y permitió que el canciller turco, Mevlut Cavusoglu, encabece un mitin en la ciudad de Metz, en el noeste del país, para promocionar el 'Sí' a la reforma constitucional de Erdogan.
"Francia es un Estado de Derecho (...). En ausencia de una amenaza confirmada contra el orden público, no había razón para prohibir esta reunión que no presentaba ninguna posibilidad de injerencia en la vida política francesa", explicó el canciller francés, Jean-Marc Ayrault, en un comunicado, citado por la agencia de noticias EFE.
El próximo 16 de abril la sociedad turca está convocada a las urnas para ratificar o rechazar una reforma constitucional impulsada por el propio Erdogan para que el país adopte el sistema político presidencialista y abandone el actual sistema parlamentario. En Europa vive en una enorme parte de la diáspora turca y, por eso, gran parte del gobierno expandió la campaña electoral a las potencias de ese continente vecino.
El acto en Metz fue organizado por la sección de Lorraine de la asociación Unión de los Demócratas Turcos Europeos y contó con la presencia estelar del canciller Cavusoglu.
La ministra de Familia y Políticas Sociales de Turquía, Fatma Betül Sayan Kaya, también tenía planeado encabezar un acto similar ayer en la ciudad holandesa de Rotterdam, en el oeste del país, no muy lejos de La Haya, pese a que el gobierno nacional le había advertido que no permitía que funcionarios extranjeros hicieran campaña en su territorio.
En consecuencia, la ministra fue deportada y escoltada durante la madrugada hasta la frontera con Alemania, lo que desató la furia de Ankara.
Después de la larga y tensa jornada de ayer, el primer ministro holandés, Mark Rutte, tomó las riendas personalmente de la situación, pidió "bajar la tensión diplomática" y adelantó que no responderán a los agravios del gobierno turco.
"No vamos a ceder a los chantajes. Anoche hablé ocho veces por teléfono con mi homólogo turco para busca una solución dialogada. Fue imposible", contó a la prensa.
"Queremos desacelerar, pero si los turcos insisten en escalar, responderemos con las medidas adecuadas", advirtió Rutte, haciendo un difícil equilibrio entre un llamado a la moderación y una tajante advertencia.
Las palabras del premier holandés, sin embargo, no calmó los ánimos en Ankara.
"Nuestro encargado de negocios consular y nuestra ministra no pudieron acceder a su propio consulado. Además, el cónsul, que estaba dentro, no pudo salir, no le dieron permiso. Esto es una violación total de la Convención de Viena", denunció el canciller Çavusoglu en referencia al tratado internacional que regula los derechos del personal diplomático, según la agencia de noticias turca Anatolia.
"Estas prácticas son racismo. Son xenofobia, hostilidad al islam, vulneración de la democracia, violación de las libertades", agregó el funcionario desde la ciudad francesa Metz.
Desde Ankara, el presidente Erdogan fue aún más duro y aseguró que la decisión de Holanda estuvo vinculada a las elecciones generales de esta semana y al clima anti musulmán que domina gran parte de la derecha en ascenso.
"Si Holanda sacrifica las relaciones con Turquía por las elecciones que celebrará el miércoles, pagarán un precio por ello. Aún no llegamos a hacer lo que hay que hacer. Veremos lo que pasa el miércoles (próximo). Los que hicieron eso se enfrentan a 250.000 turcos", advirtió el mandatario, en referencia a la comunidad turca en ese país europeo.
Mientras tanto, la deportada ministra de Familia y Política Sociales llegó a Estambul y desde el aeropuerto internacional dio una conferencia de prensa, en la que denunció que recibió "un trato inhumano" por parte de las autoridades holandesas, informó la agencia de noticias ANSA.
Alemania, Austria, Suiza y, hoy, Suecia, todos países con importantes comunidades turcas, también decidieron en las últimas semanas, como Holanda, suspender y prohibir varios actos de políticos turcos en el marco de la campaña del referéndum.
En Alemania vive la principal comunidad turca de Europa, mientras que Holanda concentra una diaspora de unas 400.000 personas, una minoría que ha sido objeto de más de un ataque verbal y físico de grupos de extrema derecha y del máximo líder ultranacionalista y xenófobo del país, Geert Wilder, uno de los favoritos para los comicios del miércoles próximo que definirán la composición del futuro Parlamento y, por ende, del futuro gobierno.
Dinamarca también se sumó hoy a lo que podría convertirse en una crisis regional.
El premier danés, Lars Lokke Rasmussen, pidió a su par turco, Binali Yildrim, posponer la visita que tenía programada a Copenhague a fin de este mes por los "ataques" verbales que lanzó ayer y hoy el gobierno de Erdogan a su vecino, Holanda.
"Pido a mi colega posponer el viaje a Dinamarca", pidió el premier en un escueto comunicado.
Pese a esta creciente tensión en el seno de la Unión Europea con Turquía, el bloque regional ha intentado moderar sus críticas a Ankara -acusado de una purga y detenciones masivas después del fallido golpe de Estado del año pasado- para evitar que se quiebre el acuerdo migratorio que ambos vecinos firmaron en marzo de 2016 para frenar el ingreso diario de miles de refugiados e inmigrantes al Viejo Continente y no alimentar más la crisis de refugiado que estalló hace dos años.