Un marciano opina acerca de los linchamientos (Por Julián Denaro)
Soy un extraterrestre economista, y he llegado a la Tierra. El consejo supremo confió en mí y no puedo defraudarlos. Hacer contacto con otra especie, es una responsabilidad muy importante, la misión más importante de mi vida. Tan importante es, que aprendí a hablar castellano, el idioma más popular de éste planeta luego del chino.
Pues bien, mi misión comienza con el abordaje de un aparente conflicto de ésta época, abril del año 2014 en Buenos Aires, Argentina. El problema escogido para el estudio son los “linchamientos”. Por tanto, para conseguir realizar el trabajo de la mejor manera posible, he investigado algo de la historia, para lo que mi trayectoria en éste menester comienza con el estudio de seleccionadas obras de sujetos que fueron elogiosamente considerados y valorados, en conjunto con publicaciones en medios de difusión. Finalmente, éste trabajo será publicado en un diario y se convertirá en el primer contacto efectivo. Aquí va:
Un artículo del periódico La Nación, sugiere que una intensa polémica se ha suscitado a partir de una conmoción que se produce luego de hechos violentos en los que la población común se lanza en sucesivas oportunidades aparentemente inconexas a atrapar y castigar a sendos delincuentes que son atrapados en pleno hecho o con evidente intención de llevar a cabo un robo, hurto o causar un daño a una persona. Es decir, hubo algunas veces que un delincuente fue atrapado in fraganti con las manos en la masa y lo persiguieron hasta enjuiciarlo con mano propia de manera violenta.
Llamativamente, dicho artículo enuncia que esto no es reivindicar la justicia sino retrotraernos a la ley de la selva. Aquí, para explicar el significado de esto último que se resalta en letra cursiva, recurro a “Raza e Historia”, texto escrito porLevi Strauss, en el cual el autor refiere al mismo con una intención peyorativa. “Salvaje” evoca un género de vida animal, por oposición a la cultura humana, entonces echando fuera de ésta a todo lo “salvaje”. O sea, que dentro de la evolucionada cultura humana no puede admitirse un tipo de conducta que carece de ésta evolución, la que enorgullece a la especie humana como una construcción tan distintivamente única como cualitativamente elevada en virtud de propiciar una convivencia justa y armónica.
Es por esto que en otra parte del citado artículo se muestra que las naciones que mejor resuelven el problema de la violencia registran bajos índices de desigualdad y tienen altos estándares de calidad educativa, los que constituyen los pilares de la paz social. Y vuelve a reiterar la anterior cuestión, diciendo que de ésta forma evolucionada predominan los ciudadanos, no las hordas (salvajes).
Con éstas ideas en mente, y conduciendo la lectura hacia todo aquello que contribuya a la paz social, atenderemos a la relación entre ésta, las leyes y el Estado.
Gerard Mairet, destaca una expresión de Saint-Just: “en donde no hay ley reina la tiranía”. Y luego completa ésta sentencia planteando que “ser sujeto de derecho supone gozar de una voluntad libre, estar exento de cualquier obediencia, de toda servidumbre”. Por ésto luego recuerda la Declaración de 1789 que decía que “la libertad y la igualdad son derechos (naturales); sin embargo, no pueden ser realizados sino en las leyes (de la sociedad)”, y rescata a Rousseau: “El hombre nació para la felicidad y para la libertad, y sin embargo, es esclavo y desgraciado. Es objeto de la sociedad la conservación de sus derechos y la perfección de su ser; y por todas partes la sociedad le degrada y le oprime. Ha llegado el momento de devolverla a sus verdaderos destinos; los progresos de la razón humana han preparado ésta gran revolución, y a vosotros se os ha impuesto especialmente el deber de acelerarla. Hasta aquí, el arte de gobernar no ha sido más que el arte de despojar y de avasallar a la mayoría en provecho de la minoría; y la legislación, el medio de reducir a sistemas éstos atentados. Los reyes y los aristócratas han sabido cumplir con su tarea; a vosotros corresponde ahora cumplir con la vuestra. Es decir, hacer a los hombres felices y libres mediante las leyes (…) es la afirmación de que la sociedad y el estado son necesarios para la expansión de la libertad del hombre”
“Cuando Luis XVI envía desde Francia dos mil millones de libras, armas, tropas y alimentos a Norteamérica para financiar y apoyar la guerra de independencia contra su enemigo Gran Bretaña, en 1776, consiguió empobrecer a su país hasta un nivel que jamás había padecido. En rigor, los dos mil millones de libras y demás, enviados al otro lado del Atlántico, hubieran alimentado y dado cobijo a siete millones de franceses durante un año entero (…)
Pero claro, detrás de todo esto estaba el pueblo. El poder de veintitrés millones de franceses que querían liberarse de un régimen que los tenía cautivos, en la extrema pobreza, pagando impuestos, mientras que la aristocracia, la nobleza y el clero no pagaban impuestos y eran favorecidos financieramente. A París habían llegado las ideas de la ilustración, que iluminaban la razón y apagaban la fe en la iglesia. Estas ideas cuestionaban todo. ¿Por qué los 400.000 individuos que pertenecían a la nobleza estaban exentos de pagar impuestos y eran los únicos que tenían acceso a la educación y a la cultura? Voltaire proclamaba: “gracias a la razón, el hombre puede alcanzar cualquier nivel de conocimiento y hace que el hombre moderno entre en posesión de las virtudes capitales que lo caracterizan plenamente: la tolerancia, el humanitarismo y la libertad”.
Comandados por la fuerza del revolucionario Maximilian Robespierre, el Tercer Estado, o sea un pueblo (el 98% de la población total de Francia en 1789), se rebela contra el sistema manejado por el clero y la nobleza, y quiere una Constitución que apague el antiguo régimen y otorgue libertad y acceso a la educación para todos. El 20 de junio de 1789, los diputados que representaban al pueblo, encuentran cerradas las puertas de la sala de sesiones y se reúnen en el campo de pelota. Allí, con sus manos arriba y con fuerza, prometen continuar reuniéndose todo lo que haga falta hasta tener su propia Constitución. Prescindiendo de la descripción violenta pero apasionante de los hechos que transcurrieron durante la época de la Revolución Francesa, destacaremos que el poder del pueblo tuvo su constitución: “La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, que enuncia que todos son iguales ante la ley, aboliendo las distinciones de clase y prohibiendo la esclavitud. Libertad, Igualdad, Fraternidad eran sus máximas.”
Julián Denaro, “Economía Política con Justicia Social” (2013)
“Libertad e igualdad son las palabras maestras de la revolución francesa (…) No es, pues, casual que el primer acto revolucionario consista en declarar solemnemente la existencia de derechos del hombre y que éstos, ante todo, sean la libertad y la igualdad (…) Virtud política pues, como lo quería Montesquieu: amor por la república y la libertad”
Gerard Mairet, “Libertad e Igualdad”
Luis XVI es condenado a muerte por los tribunales que lo acusaban por traición a la patria, por utilización fraudulenta de los fondos públicos y por derrochar recursos en fiestas extravagantes mientras la población sufría la escasez y el hambre. Si la revolución es considerada como la emergencia del derecho natural alzado contra la tiranía, entonces: “Decapitar a Luis XVI era un acto cargado de universalidad: no se mataba a un “tirano”, sino que se decapitaba a la “tiranía” (…) Robespierre lo dice en su acusación, es necesario que el tirano muera para que viva el pueblo”
Gerard Mairet, “Libertad e Igualdad”
Como se ha visto hasta aquí, aparecería como conclusión que que la paz social sólo puede ser construida sobre las bases de la equidad y un conjunto de leyes que conforman la Constitución de una Nación. Empero, la civilización en torno a la construcción de Naciones Estado no ha librado a la especie humana de la violencia y el salvajismo despreciado y culturalmente echado de la cultura humana, calificándolo de involucionado. Pongamos atención en el siguiente relato:
“Aún cuando rasgos de barbarie podían caracterizar a las sociedades arcaicas, es en las sociedades históricas donde se ven aparecer los rasgos de una barbarie vinculada al poder del Estado y a la desmesura demencial (…). Se emprenden conquistas de territorios para asegurar materias primas o las reservas de subsistencia (…) pero, sobre todo, se produce una verdadera escalada de conquistas que va más allá de la mera necesidad vital y que se manifiesta en las masacres, las destrucciones sistemáticas, los pillajes, las violaciones, la esclavización. Existe entonces una barbarie que toma forma y se desencadena en la civilización. (…) La civilización produce barbarie, en particular la barbarie de la conquista y de la dominación “
Edgar Morin, “Breve historia de la Barbarie en occidente”
La cuestión clave que se nos aparece aquí, es una relación que a mi entender es lógica pura. Véase: los seres humanos necesitan de leyes y un Estado que los contenga y que los enmarque dentro de un esquema en donde las reglas hagan funcionar todo en armonía. Caso contrario, las pulsiones y los deseos individuales de algunos que envidian, de otros que penan por la pobreza y de unos pocos que tienen poder y quieren conservarlo, explotan en lo que algunos autores han denominado “barbarie”. Pero si éstos Estados Nación están constituidos y manejados por sujetos de ésta misma especie, entonces las características que habrán de tener éstas instituciones estarán también contaminadas por las características de la especie. Es decir, observamos que los que tienen poder hacen todo lo posible por conservarlo, asegurándose con ello una vida lujosa y de disfrute constante, a pesar de por ello empobrecer al resto. Del mismo modo, las Naciones que más fuertemente se han desarrollado y con ello poseer más poder que otras también buscan ampliar esa brecha para asegurarse la conservación del poder.
“El aparato, la estructura del Estado posee múltiples herramientas que están siendo empleadas permanentemente. La cuestión es que no existe un punto intermedio. Es decir, o favorecen a unos, o favorecen a otros.
Pues bien, si no se interviniera sobre el conjunto total de hechos económicos y características sociales que atraviesan la vida y la política de un país, los herederos del poder económico, y por tanto político, actuarían sucesivamente en pos de conservarlo. La lógica consecuencia de fuerzas desiguales disputando la riqueza, ocasionaría un ensanchamiento de la brecha de desigualdad incrementando la pobreza. Bueno, esto es lo que quieren aquellos liberales, ortodoxos y conservadores, porque son, precisamente, los poseedores del poder económico mundial. Y a ellos no les importa ni aumentar la pobreza, ni matar a gente, ni mandar soldados de su propio país a morir en la guerra, que es una de las expresiones más tristes que nos ha enseñado la historia de nuestra especie. (…) obsérvese que siempre que hay una crisis económica, sin excepción, son los pueblos los que pagan con hambre, miseria y exclusión, y son los bancos los que por leyes y decretos gubernamentales siempre salen indemnes. ¡Y he aquí la cuestión! Es el poder financiero del mundo que se ha concentrado y que ha manejado las riquezas de nuestro maravilloso planeta, prescindiendo de tomar en consideración que hay cerca de siete mil millones de habitantes que tenemos todos el mismo derecho a vivir, alimentarnos y disponer de una vivienda digna.
Es de destacar, a este punto, que la historia social, política y hasta cultural de los pueblos ha estado sin excepción, determinada por condicionantes económicos (producción de medios de vida).”
Julián Denaro, “Economía Política con Justicia Social”
Y es aquí donde se ponen en contacto las dos escalas distintas de poder. Vale decir, las escalas nacional e individual. Algunos traicioneros a la patria, como lo fuera Luis XVI en uno de los relatos precedentes del presente artículo, buscan asegurarse una posición de poder dominante dentro del territorio de un país dominado por otro, recibiendo comisiones abultadas de los países dominantes. Y es justamente ésta característica que se me hacía imposible comprender. Cómo puede ser que todo un pueblo permita esto?
Hasta que por fin pude entender el rol de los medios de comunicación masivos. Éstos están mayormente en poder del poder. Esto quiere decir que los que manejan el poder económico y por tanto político, pueden inventar cualquier cosa, por más que sea distinta a la realidad, y hacerla creíble para que todo el pueblo la considere válida e indiscutible. “Lo vi por televisión” justifican algunos… Al mismo tiempo, los que traicionan al pueblo y a la patria son protegidos por los medios hegemónicos, y nadie se entera, porque no aparece por televisión o en los principales diarios. Total, luego se inventa otra cosa cualquiera para justificar las consecuencias y listo. El poder sigue manejando el poder. Fue muy útil para mí comprensión conocer la obra de uno de los más grandes genios de la historia humana, Sigmund Freud, que dice como sigue:
“Supongamos que en un Estado cierta camarilla quisiera defenderse de una medida cuya adopción respondiera a las inclinaciones de la masa. Entonces esa minoría se apodera de la prensa y por medio de ella trabaja la soberana opinión pública hasta conseguir que se intercepte la decisión planeada”
Sigmund Freud (1925)
“El odio puede tener un valor unitivo en la conformación de masas. Los lazos sociales que se conforman bajo la lógica de masa generan la ilusión de una identidad de goce en común. En este sentido es que se podría plantear que las construcciones de colectivos, sostenidos en la convicción de una identidad compartida, resultan segregacionistas”
Sigmund Freud (1921)
Entonces, pude entender fehacientemente el enunciado del artículo de La Nación, que muestra que quienes están a favor de los linchamientos los justifican con que hay que autodefenderse frente a la ausencia del Estado. Dicen que si bien no está bien agredir y matar delincuentes por mano propia, no queda otra que adoptarlo como método, ya que los que repudian los linchamientos nunca bajaron a la calle, porque si lo hicieran cambiarían de parecer.
Luego de leer esto, parecería como que la situación es caótica, pero es contradictoria con la realidad. Por un lado, porque el número de muertes o robos en Argentina, que no son insignificantes ni mucho menos, no tiene la potencia de una alarma porque son muy similares a los de otros países en donde la inseguridad no es un problema, y porque por el contrario, incluso se haya por debajo del promedio de casos que se registran en países que se denominan “desarrollados”. Pero fundamentalmente, desentona profundamente con la realidad argentina en cuanto a la participación del Estado en la sociedad. He investigado lo siguiente:
En Argentina, que es mi país de análisis, desde el 4 de junio de 1943 hasta el 16 de septiembre de 1955, con Juan Domingo Perón, se forjó una Argentina de valores agregados: minera, agropecuaria, industrial, tecnológica, marítima y aérea. Una Argentina sin deuda externa y todo esto con Pleno Empleo y con salarios y remuneraciones que se integraban con aproximadamente el 50% del PBI.
Pero el Plan de Destrucción de la Argentina industrial, tecnológica y científica se concretó desde el 24 de marzo de 1976 hasta diciembre del 2001. Primero con armas y luego por métodos económicos que conducen al exterminio progresivo y silencioso del pueblo argentino por la desocupación, el hambre y el despojo del dinero en efectivo que integraban sus salarios, jubilaciones y ahorros. Fue el método para consumar la total involución de la Argentina hasta convertirla en un territorio tributario, devastado y saqueado demográfica y económicamente.
Los actos gubernamentales del gobierno del “Proceso” fueron implacables: se suspendieron las promociones industriales, se verificó una apertura indiscriminada de la importación de manufacturas de toda clase…, se procedió al cierre de todos los bancos cooperativos, lo cual produjo un encarecimiento del crédito, y las cargas financieras incidieron cada vez más sobre los costos de las empresas industriales…
Por otra parte, el sucesivo y cuantioso endeudamiento del Estado Nacional permitió un dólar barato que se cambiaba por pesos argentinos. Fue la era inicial de la «plata dulce», que permitía hacer turismo en el extranjero y comprar cualquier clase de artículos importados que reemplazaron a la producción de la industria nacional.
A partir de 1976, la oligarquía exportadora agroganadera se convierte en el sector financiero gravitante, e integraron con el menemismo (gobiernos de Menem 89-99 y De La Rua 99-2001) una estructura de desindustrialización con:
- Supresión de leyes de promoción industrial
- Supresión de leyes de promoción minera
- Apertura incontrolada de la importación
- Derogación de la ley del Compre Nacional
- Leyes nº 23696 de Reforma del Estado y nº 23697 de Emergencia Económica en 1989
El déficit comercial y el déficit fiscal resultantes del modelo requirieron para su propia mantención la creación y multiplicación de la deuda externa argentina, que llegó al 160% del Producto Anual. En diciembre del 2001, había un 54% de pobreza y cerca del 30% de desempleo además de una informalidad laboral (trabajadores que no están protegidos por la legislación laboral) mayor a la mitad de los ocupados.
Pero a partir del 25 de mayo del 2003, con la asunción de Néstor Kirchner como presidente, volvió la intervención del Estado en la Economía. Se ganó mucho en la conquista de derechos para la clase trabajadora bajando el desempleo a menos del 8%, la informalidad laboral a menos del 35% y la pobreza a menos del 6% con datos de la Cepal y el Banco Mundial. Al mismo tiempo, la protección de la industria y el empleo del país, manejando las tasas de interés, reformando la Carta Orgánica del Banco Central, y controlando las importaciones, tuvo su financiación con el incremento de la recaudación proveniente de impuestos al consumo e impuestos a las ganancias provenientes del mayor nivel de actividad, con la recaudación proveniente del comercio exterior y la recuperación de los fondos previsionales que estaban desde la década menemista en manos de bancos extranjeros, que aseguraron además una inclusión al sistema de jubilaciones a un porcentaje inéditamente alto de la población, con una mejora en el nivel de vida de toda la clase trabajadora y también de los jubilados, con incrementos asociados a leyes recuperadas o inventadas por el kirchnerismo, como ser la Ley de Convenios Colectivos de Trabajo, la Ley de Moratoria Jubilatoria, la Ley de Movilidad Jubilatoria, etcétera. Adicionalmente, la Nacionalización de Empresas de Servicios que habían sido vendidas a capitales extranjeros durante el gobierno anterior al 2001, hizo que se recupere tanto el nivel de empleo como las finanzas del país, ya que se redujo el peso de capitales extranjeros extrayendo utilidades del país. Por supuesto, la mejora en las finanzas del país se tradujeron en inversiones y en un pago de deuda externa que la bajó a menos del 30% del Producto Anual, liberando recursos para mejoras distributivas, como ser Asignación Universal por Hijo, Subsidios al transporte y servicios públicos, e inversión para el desarrollo industrial.
Como pude investigar, La Nación intenta generar un descontento en la población con el actual gobierno sólo porque representa al poder fáctico, a quienes no quieren compartir su riqueza sino engordarla y que además están íntimamente vinculados con el Poder Hegemónico Mundial tanto de los países imperialistas como del Poder Financiero. PrecisamenteLa Nación es un diario fundado por Mitre, aquel al que el Chacho Peñaloza increpa defendiendo a la Patria, porque tal como está expresado en el artículo escrito por José Pablo Feinmann: “los hombres de Mitre representan un capitalismo neocolonial que hará un país terriblemente injusto y subalterno”. No hace falta aclarar que éste diario sigue siendo de la familia de Mitre. Aquí viene perfecta una referencia a Chatelet, en su obra “Historia de las Ideologías”, que sugiere que las ideologías del <mundo libre> o el potencial militar de la OTAN dan cuerpo, social y doctrinariamente. Claro, esto a cuento de que los países hegemónicos y el poder fáctico del mundo inventan cuanto se les ocurre para justificar sus groseros actos de barbarie, invasiones, guerras, saqueos, bloqueos económicos, tratados de libre comercio, etc.
Para concluir con éste debate, tomaré de una conclusión que se presenta en un artículo en el diario Página 12, escrito por Liliana Viola. La autora anuncia con claridad que la mano alzada define temporariamente como justicia lo que un “nosotros” equívoco y provisorio entiende como su bien común, dado que lo propio es justamente lo contrario de lo justo. Entonces, la justicia por mano propia encierra una contradicción. A la vez, deja sin efecto la diferencia entre manotear una cartera y asesinar a una familia, haberlo intentado y haberlo hecho, hacerlo por primera vez o pertenecer a una red.
Una vez concluido éste recorrido histórico que da marco y aporta comprensión al tema de debate, avanzo hacia conceptos que convocan a la investigación y al propio pensamiento, curiosamente, retrocediendo más de dos mil años en el tiempo, hasta llegar a pensadores que aportaron una sabiduría novedosa para la historia. Platón cuenta que Sócrates, indignado porque ve a sus conciudadanos dejarse arrastrar por la inmoralidad y el gusto por el lujo, habla construyendo diálogos y acusando en los tribunales dichos actos, y consigue mostrar a todos esos profesionales que ocupan una posición importante en la configuración social que creen saber y que en realidad no saben nada.
En su obra “La invención de la razón”, Francois Chatelet evoca uno de los diálogos que pertenecen a una comedia compuesta por Platón. Dos padres interrogan a Laques y a Nicias acerca de si consideran necesario hacer tomar lecciones de arte militar y de esgrima a sus hijos. Para Laquet las lecciones son inútiles y para Nicias son indispensables. Entonces, para desempatar el debate, recurren a una tercer voz, Sócrates. Éste dice que no puede responder a la pregunta planificada porque no haría más que dar un punto de vista subjetivo. Necesita comprender lo que dicen Laques y Nicias y los interroga ¿por qué has dicho esto? ¿por qué has tomado tal ejemplo?¿por qué has cambiado de tono? Conduce una investigación y aparece para todos los interlocutores que Laques y Nicias no sabían lo que decían, que hablaban de manera puramente mecánica, que han fabricado su argumentación a partir de una idea reconcebida. Pero para responder a una pregunta, hay que saber lo que contiene.
“¿Cómo procede Platón? Habiendo planteado la cuestión, muestra lo que está en juego, la idea central a la cual se refiere. Después, mediante un juego de preguntas y respuestas, monta un dispositivo argumentativo que, en cada etapa el desarrollo, requiere el acuerdo de los interlocutores presentes. Es por ello que el diálogo es la forma normal de la filosofía naciente (….) que se llamará “dialéctica”.
Chatelet, “La invención de la razón”
Luego se explica que en la asamblea del pueblo que toma las decisiones de Atenas, cada uno ve las cosas según el color de su propio cristal, construyendo la realidad en función de sus pasiones, de sus deseos, de sus intereses, y la decisión que de allí resulta no es necesariamente verdadera. A veces prevalece una mayoría, a veces otra, pero tal vez sea mejor tener en cuenta en la decisión adoptada el punto de vista de todos. Aquí puede entenderse que el objetivo platónico es el de formar hombres de poder que, conociendo lo que provoca el asentimiento, deben ser capaces de construir una política que recibirá el acuerdo de unos y de otros y que hará cesar la guerra, la guerra civil. La esperanza del filósofo es construir una especie de tribunal pacífico, capaz de elaborar el discurso de conjunto.
Para el caso de estudio y debate, tendría una fácil aplicación y una coincidencia con la conclusión anterior. Pero si indagamos a quienes emiten un juicio de valor y otro, veremos una lucha de intereses que es la que en realidad generó toda ésta cuestión, y que se ha concluido sobre el cierre de la investigación precedente. Por cuanto que se debata en la superficie o en la profundidad, la conclusión será la misma, y la fundamentación, por supuesto, también.
Como le he dicho a un alumno de economía en mi planeta hace muy poco tiempo. Seguramente que si observas valoraciones de unos y otros acerca de un mismo fenómeno, teniendo aquellos intereses contrapuestos, tal vez no tengas que quedarte con lo que dice uno de ellos, dado que ambos exageren para su propio lado. Es altamente probable que la verdad no esté en ninguno de los extremos, pero ojo, porque tal vez esté mucho más cerca de uno que del otro. Esa fue mi advertencia.
Además, si los que dicen una cierta cosa aparecen como enemigos de su propio pueblo, ya que dicen que su propio país es una basura, que su continente es lo peor y que el resto del mundo es civilizado y desarrollado, entonces es lógico pensar que esos que cargan de odio y pesimismo a sus lectores, son precisamente los enemigos del pueblo. Si fueran amigos los llenarían de mensajes de amor, no de odio. La respuesta ya está enunciada y la verdad sabemos de quién está más lejos.
Para cerrar mi mensaje, y ubicándome en la figura de un pensador que escribe una columna de opinión, como si fuera un famoso, conocido y prestigioso pensador de la especie humana, intento posicionar mi rol. Al fin de cuentas, un gran pensador que escribe una obra relatando cuestiones sociales, características de un pueblo, describiendo la energética inmanente en una revolución dando cuenta de los intereses puestos en juego, o simplemente documentando hechos que considera representativos para su análisis económico, histórico o político, lo que efectivamente está haciendo es una formalización que se ve tangible e inmortalizada en su obra y que habrá de trascender a los tiempos físicos de su propia vida. Pero en rigor de verdad, algunos dicen que no está inventando nada por propia cuenta. Visto así, los grandes pensadores sólo tienen la virtud y la habilidad de saber escribir, de saber dar forma, mediante la herramienta tan maravillosa de la escritura. Los pensadores dan cuerpo en sus obras a cuestiones que están vivas por fuera de ellos, y que los mismos tienen el talento de poner en palabras con una particular capacidad de ver, de entender y de interpretar. Empero, si me quedara sólo con éste enunciado de Chatelet, estaría mintiendo y a la vez sería contradictorio. A decir verdad, cuando Chatelet enuncia esto lo dice a partir de que Platón formalizó una invención de Sócrates, que a su vez había sido otro gran pensador. O sea que, en éste caso, un gran pensador formalizó la invención de otro gran pensador, no una invención del pueblo. Igualmente, debo aclarar que éste punto que aquí marco no carece de mi respeto por alguien considerado como un gran historiador de la filosofía, como lo fue el francés François Châtelet (1925-85).
Lo que pasa es que justamente por ser famosos, valorados y respetados, son precisamente formadores de opinión a partir de los textos que escriben. Precisamente, y además por pertenecer a otra especie que tiene una evolución particular y distinta en términos culturales a la especie humana, he podido advertir, mirando desde fuera, y en el transcurso de mi investigación, que todo escrito está cargado de subjetividad, como indicó acertadamente Platón. Por ello, todo relato, toda formalización acerca de hechos sociales, económicos y políticos, tendrá un sesgo que lo vuelve activo en la invención de la realidad. Todo lector habrá de formarse una idea de las cosas que está ya elaborada por este pensador que tuvo una intencionalidad clara de seducir al lector para que le crea su visión de la realidad. En consecuencia, observamos que los grandes pensadores no sólo formalizan las invenciones de los pueblos, sino que son partícipes activos en esas invenciones y, efectivamente, son en muchos casos más activos que muchos, ya que son formadores de opinión.
Entonces, podría en un sentido inverso al enunciado de Chatelet, presentar la idea de que tanto la razón como las formas de razonar y los valores alrededor de los cuales razonar, son inventados por los grandes pensadores, y el pueblo, en consecuencia, sólo implementa los mecanismos inventados por éstos grandes pensadores tan admirados. Por fin, entonces, quedan los grandes pensadores en el rol más activo en cuanto a la invención de la razón, y los pueblos son los que reproducen, de un modo más pasivo, aquellas ideas de los grandes pensadores.
Por tanto, queda entonces la consigna de que por algún método, desde un rol con espíritu docente, se estimule el pensamiento y la investigación de las mayorías que están operando en éstos menesteres de un modo demasiado pasivo a mi gusto. No estoy sugiriendo la idea de que todo el pueblo esté tan estimulado como para que todos sean grandes pensadores, ya que se caería en una utopía. Pero sí sería aconsejable que las mayorías no sean tan pasivas en cuanto al pensamiento. Por un lado, para acercarse a la idea de democracia sugerida por Platón, pero fundamentalmente para no ser tan fácilmente manejadas por los formadores de opinión pública.
Para emitir una opinión particular luego de toda mi investigación, de lo que espero recibir un buen reconocimiento allá lejos en “mis pagos”, observo de modo muy claro que es imperantemente urgente que se estimule el pensamiento, el estudio y la toma de conciencia por parte de los pueblos, para no quedar tan cautivos de los dueños de los medios de comunicación, de los que manejan el poder, y de los formadores de opinión en general. Es una lucha cultural la que debe realizar la especie humana para construir una conciencia que consolide los valores que se necesitan como pueblo en vísperas de una mejora en términos de equidad y de una más participativa actividad ciudadana. Esta sugerencia de mi parte, haría que el poder no esté tan concentrado y entonces, precisamente por la desconcentración del poder, se produzca un efecto de enriquecimiento tanto para la conciencia en cuanto a valores como para la actividad del pensamiento en general. La comprensión de la realidad ya no sería de éste modo tan inducida por grupos selectos sino que sería consecuencia de una más activa participación de todos los que comparten la sociedad.
Julián Denaro
8 de mayo de 2014
Lic. JULIÁN DENARO (1976) es Profesor Adjunto en Universidades Argentinas, es autor de las obras “Los problemas de la macroeconomía” publicada en 2008, “Los objetivos de la microeconomía” publicada en 2013 y “ECONOMÍA POLÍTICA CON JUSTICIA SOCIAL” publicada en 2013. Dicta conferencias y cursos para Graduados y es estudiante avanzado de la Licenciatura en Psicología en la Universidad de Buenos Aires.
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